Fecha de la entrevista: 26/10/2006
Lugar: Argentina
Tema: Periferia Circular. David Lamelas Regresa.
Entrevistador: Javier Villa
LatinArt: ¿Por qué te fuiste de Argentina?
David Lamelas: Me fui porque representaba a la Argentina en la Bienal de Venecia, en el 68, donde hice Oficina de Información sobre la Guerra de Vietnam, y en ese mismo año gané una beca para hacer un curso de posgraduado en Londres. Me fui por eso. Si bien la falta de libertad ya era evidente y veía que las cosas se venían muy mal políticamente, fue una coincidencia.
David Lamelas abandona la Argentina en un año preciso. 1968: lo que se conoció como la vanguardia artística termina de acomodarse aceleradamente en el terreno de la política. El Instituto Torcuato Di Tella - foco de experimentación y promotor internacionalista de aquella generación - se apaga paulatinamente.
Lamelas tenía 21 años. A los 60 años empieza a mostrar en Buenos Aires qué hizo durante cuatro décadas de ausencia.
LatinArt: ¿Te aburría la periferia?
David Lamelas: No en ese momento. Buenos Aires fue algo maravilloso en la época del Di Tella. Había un movimiento muy activo que no te daba tiempo para aburrirte. En un mismo año participabas del Premio Ver y Estimar, del Premio Braque y el Premio Di Tella.
LatinArt: ¿Ya tenías un plan de no retorno?
David Lamelas: No. El plan fue irme para trabajar; estudiar y aprender. Es cierto que nunca quise ser un artista local, pero la cuestión en ese momento era evolucionar. Fui a Inglaterra con una beca como cualquier persona que se toma una beca de estudios. Aprendí inglés, además de estar en la Escuela de Artes, y me hice un artista inglés estando allí. Nunca me sentí un extranjero, jamás estuve tan en casa como en Londres.
LatinArt: David Lamelas alcanza Venecia en un año preciso. 1968: el edificio de la Academia es tomado por grupos estudiantiles durante 100 días para protestar contra el carácter burgués y fascista de la Bienal. Lamelas tenía 21 años cuando realiza Oficina de Información sobre la Guerra de Vietnam en tres niveles: imagen visual, texto y audio. Dentro de un espacio cerrado con vidrio, un télex conectado a la agencia de noticias Ansa de Roma recibía constantemente cables sobre Vietnam. Tras el vidrio, una secretaria los leía al público a través audífonos y en distintos idiomas. Ese mismo año participa en varias colectivas. Una de ellas se realiza en Wide White Space Gallery, donde expone junto a Beuys, Broodthaers, Christo y Panamarenko, entre otros.
¿Qué lugar tuvo Oficina de Información como entrada a Europa?
David Lamelas: Lo que pasó con esa obra fue muy interesante. En un contexto como la Bienal de Venecia, donde hay 100.000 obras, el impacto que podía tener un trabajo pequeño como el mío, en repercusión de público, era muy poco. No fue vista por multitudes, pero a un grupo de gente le interesó mucho y, por suerte, entre ellos estaba Marcel Broodthaers. El me presentó a la galerista belga Anny de Decker de Wide White Gallery. Inmediatamente ella me invitó a hacer una exposición en el Kunsthalle de Dusseldorf. Esa fue la única repercusión. Por suerte tuve contacto inmediato con el arte conceptual europeo y el paso por el Di Tella me había preparado, no traía las plumas que los europeos esperaban. Pero La obra fue muy ignorada por la Bienal en sí.
LatinArt: ¿Por qué?
David Lamelas: No se percibía como una obra sino como oficina. En esa época, imaginate, mi compañero de sala era Rómulo Maccio, un muy buen pintor y un verdadero artista a nivel tradicional. Luego de que el público atravesaba sus cuadros, llegaba a una oficina y la mayor parte de la gente abandonaba la sala. La bienal era el evento internacional más importante en arte contemporáneo y, en ese momento, todo era pintura y escultura. También fue la primera bienal politizada, por la toma de los estudiantes, pero yo estaba acostumbrado porque el Di Tella se venía politizando. Empecé a trabajar temas similares allá, y llego a Europa en Mayo del 68. Para mí era una continuación. Fue un fenómeno mundial.
LatinArt: Un año después Lamelas realiza Time as activity, una obra que trabaja al extremo la objetividad para capturar la experiencia de lo real y del tiempo, introduciendo una herramienta que será fundamental en la evolución de su obra: el cine. Con una cámara fija toma cuatro minutos de tres sitios poco extraordinarios de la ciudad de Dusseldorf. Cada uno de ellos está dividido por un separador que indica lugar y hora exacta.
La exposición David Lamelas. Lo súper-real. Obras 1969-1984, actualmente en Malba ç" Colección Constantini, atraviesa otro camino. En el mismo año, Lamelas comienza a realizar lo que la curadora, Inés Katzenstein, define como ficciones documentales: un conjunto de fotos, películas y videos que documentan el contexto social y político del artista (desde sus amigos hasta las noticias de los diarios), a través de la apropiación de distintos lenguajes del mundo del espectáculo. El fin es señalar la manera en que se construye y se percibe el presente.
En Time as Activity [Tiempo como Actividad] llegás a un conceptualismo bastante radical y despojado, que pretende buscar cierta objetividad ¿Cómo aparece la ficción en tu obra?
David Lamelas: Al principio quería llegar a la objetividad máxima. Pretendía matar la búsqueda estética y el gusto personal, por eso hacía cosas tan frías. En Buenos Aires ya había hecho obras de carencia estética, con cierta influencia del minimalismo. Estaba en lucha lo que era la estética dentro de la academia argentina y yo estaba metido en la discusión. Sin embargo, me fui dando cuenta de que esa producción era mi gusto personal, la no ficción era una ficción más. La no estética era una nueva estética. Siempre hay ficción, en todo lo que se produce
LatinArt: ¿En qué sentido?
David Lamelas: La raíz de la cultura es la ficción. Además, en ese momento estaba interesado por la realidad y los estereotipos construidos por los medios de comunicación. Y encontré limitaciones visuales en esa línea de carencia estética.
LatinArt: ¿Cómo surge la variable autobiográfica, donde ficcionalizás a tus amigos y al contexto artístico?
David Lamelas: Cuando te movés de ciudad perdés algunos amigos y ganás otros. Te enfrentás a una nueva cultura y a un nuevo grupo de gente. La amistad se vuelve algo importante. En Amberes-Bruselas me interesaba retratar no sólo a mis amigos en su hábitat, bajo una estética cinematográfica, sino también al momento exacto cuando la foto es tomada; encapsular un instante en millones de años de civilización. Pero al moverme de ciudad la idea fue variando. En Londres, a principios de los setenta, se vivía una glamourización del mundo real. Para London Friends contraté un fotógrafo de la revista Vogue que retrató a mis amigos con fondo blanco como si fuesen celebridades, quería transformarlos en celebridades. Una de las preguntas es qué lugar tiene la ficción en nuestras vidas. Si nos miramos somos pura ficción, la ropa, los gestos. Es real pero parte de una ficción. Es parte de nuestra identidad. Todas las culturas tienen sus ficciones. Cuando llegué a Los Angeles no manejaba y estaba un poco solo. La gente de LA era muy distante, no estaba acostumbra al contacto y yo quería hablar con ellos frente a frente. Hice venir a algunos conocidos para dibujarlos y que aparezca el contacto humano. Además, todo era muy tecnológico y con exceso de información visual, entonces me fui a lo más primitivo: el retrato a mano. Eso lo fotografié y lo proyecté, ya que si te proyectaban en cine se consideraba que eras más grande que la vida real. Se transformaban en estrellas solo por atravesar el proceso de proyección.
LatinArt: Ya en los 70 trabajás claramente con la apropiación, como en Rock Star o The Violent Tapes of 1975 ¿Qué tipo de recepción tuviste en un circuito todavía impregnado de conceptualismo?
David Lamelas: Esas obras son anteriores al trabajo con ficción que aparece en los 80. En Londres comenzaba el auge del conceptualismo y yo dejaba de a poco esa corriente. Empecé a hacer el arte de los 80 en los 70. En Rock Star me convertí en estrella de rock, un ícono muy importante de la cultura Londinense de la época. The Violent Tapes es una película que no existe, pero existe como concepto. Me interesaba como entendemos el fenómeno cinematográfico, su sintaxis y el preconcepto que tenemos de eso. Hice una película en diez tomas fotográficas a partir del género del thriller. En un futuro donde no se conoce la violencia encuentran unas cintas de 1975 y comienzan a fascinarse con la violencia de esa época. El gobierno se entera y para defender a la sociedad de la amenaza genera más violencia, un círculo. Realmente no tenía mucha recepción, no lo veían, seguían de largo. Esa fue la historia de mi vida. Hubo momentos que tuve que aguantarla fuerte, 10 o 15 años que no me daban pelota. A mediados de los noventa empezaron a considerarme otra vez.
LatinArt: Retroactivamente.
David Lamelas: Sí, retroactivamente. Les interesa ahora como un fenómeno histórico.
LatinArt: De Londres te trasladás a Los Angeles, una ciudad muy diferente.
David Lamelas: Sí, el contraste fue fuerte, sufrí mucho. Pero necesitaba realizar cierta obra y no podía volver a Londres sin algo importante filmado. Fui para hacer The Desert People, que fue una gran experiencia y todavía lo sigue siendo. No la hice yo en realidad, se hizo en sí misma y esa son las obras que me gustan: las que evolucionan solas. La Gente del Desierto es un falso documental que lo único que documenta es la ficción. Pero tiene un alto grado de verosimilitud. Todo lo que decimos ante una cámara se toma como realidad. Lo real al atravesar lo mediático se convierte en súper real.
LatinArt: En La Gente del Desierto hay una tensión fuerte entre ficción y verosimilitud, pero los videos posteriores están realizados en clave paródica ¿El humor se transforma en una nueva herramienta para reflexionar sobre lo mediático, para llegar a lo súper real?
David Lamelas: El humor salió naturalmente, no lo busqué. Existe una tensión con la triste verdad que está detrás de la comedia, que es la realidad política. Me influenció mucho la cultura norteamericana, me interesó la televisión y como los medios masivos norteamericanos veían la política internacional. A partir de allí empecé a copiar el talk show norteamericano. Yo iba a ser entrevistado, pero necesitaba una actriz que haga de la periodista Bárbara López, e Hildegarde Duane era una artista de Los Angeles en la que vi posibilidades televisivas e invité para que haga el papel. Ahí comenzó una gran colaboración. Los videos que hicimos son parodias hechas en momentos de crisis internacionales, como la del petróleo a finales del 70. Era la única manera de tocar el tema. Creo que en el fondo la parodia ya estaba intrínseca en la televisión norteamericana, aunque no se dieran cuenta. Por ejemplo, El Dictador y El Dictador Retorna muestran la típica mirada norteamericana sobre estos personajes protegidos por su gobierno. Hay un clash entre las dos culturas cuando se junta el dictador latinoamericano o el sheik árabe con la periodista liberal, es una metáfora del choque de culturas. Como extranjero veía inmediatamente la falsedad de esa información y me causaba gracia; lo único que hacía era reproducir lo que decían. Quedó gracioso porque la triste verdad es que, si no hubiese muertos, es para reírse. Pero es tragedia, sobre todo hoy. Esa es la verdad, lo súper real.
LatinArt: En 1968 Lamelas abandona la Argentina. Se traslada a Londres, luego a Los Angeles, Nueva York, Bruselas y Berlín. Desde 1999 vive entre París, Los Angeles y Buenos Aires. Si antes de su partida el Instituto Torcuato Di Tella pretendía internacionalizar la producción local, Lamelas fue el artista que cumplió con el anhelo de trascender la propia cultura. Su obra formó parte de grandes retrospectivas de arte conceptual europeo o arte californiano. Recién en estos últimos años, en Latinoamérica, se comienza a conocer su producción a partir de una retrospectiva en el Museo Rufino Tamayo (2005) y la exposición en Malba - Colección Constantini (2006).
¿Por qué crees que tu obra no se mostró en la Argentina durante estos años?
David Lamelas: Me fui y no me ocupé de divulgarla, esa es la verdad. No le hecho la culpa a nadie. No nos olvidemos que la Argentina atravesó épocas muy crueles donde las artes plásticas y la cultura en general pasaron a segundo plano. Lo más importante eran las libertades cívicas y sociales. Toda la evolución que pude realizar en Europa y en los Estados Unidos aquí no tenía comparativos, no tenía ni público, ni colegas.
LatinArt: ¿Sentís que la gente se empieza a interesar más?
David Lamelas: Un poco. Todavía siento que hay una gran pared.
LatinArt: ¿En la comprensión de tu obra o en el hecho de que no se te incluya en una narrativa histórica local?
David Lamelas: Es todo muy relativo. Pero pasa acá y en cualquier lado. Si vos te vas de Londres a Los Angeles también hay una gran pared. No es un fenómeno sólo de Buenos Aires. Cuando llegás a Buenos Aires hay una cultura local, cuando vas a Los Angeles hay una cultura local y cuando pasas por Londres hay una cultura local.
LatinArt: ¿Por qué volviste?
David Lamelas: Porque Argentina está pasando un momento cultural muy interesante. Estoy viviendo cinco meses al año en Buenos Aires. Estoy reganando mi identidad anterior. Estar acá me hace ver, descubrir y rehacer todo lo que ya hice. Ellos se olvidaron, pero yo también me había olvidado.
LatinArt: Y el tiempo siempre estuvo.
David Lamelas: El tiempo siempre estuvo. Siempre fui conciente del tiempo en mi trabajo, como abstracción. No pienso el tiempo a través de nuestras vidas, como principio y fin. Veo el tiempo como un volumen espacial.
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