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artista presente
Cristián Silva








transcripción de la entrevista

Fecha de la entrevista: 01/01/2003
Lugar: E.U.A.
Tema: Entrevista con artista emergente Cristián Silva
Entrevistador: Bill Kelley Jr.

LatinArt:  Gozo de tu interés en la examinación de la geometrí­a y de la lí­nea ¿Nos podrí­as contar acerca de tu relación y tu interés en el tartán y cómo eso influye en tu trabajo?

Cristián Silva:  Yo creo que tiene que ver con que a veces me llega muy clara la sensación que todo aquello que habitualmente percibimos como "ciudad", no es más que una delgada y frágil cáscara, de unos diez metros de espesor, adherida a la superficie de nuestro planeta; es decir, una capita, un barniz, que para todos nosotros puede significar tanto pero que al removerse -por razones diversas- deja al descubierto lo que en algunas culturas se conoce como la "pachamama" (un concepto, tú sabes, que en general ha sido tan malentendido por el arte contemporáneo, tanto por partidarios como por detractores...). Entonces, hay en mi investigación respecto del tartán una pequeña y contenida batalla a propósito de todo eso. La manera en cómo los emplazamientos urbanos fueron diseñados por los españoles que llegaron a nuestro continente en el s. XVI, se inicia precisamente a partir de una retí­cula cartesiana: una plaza de armas en el centro y hacia los alrededores una proyección de esas lí­neas. De "cuadra" a "cuadro", y de "cuadro" a "tela a cuadritos", que es como popularmente se denomina al tartán... Podrí­amos decir que el sencillo acto de circular por el centro de una ciudad como Santiago de Chile, ya sea como peatón o como conductor, está determinado por ángulos rectos. En términos generales, la experiencia de desplazarse por estas ciudades impone una cierta ausencia de curvas y sobre todo, de "atajos". Un dí­a me enteré que a principios de los 70's se habí­a producido en Chile un automóvil marca Citroën de modelo "Yagán", fabricado en un momento en que la precaria industria automotriz local no contaba con máquinas que curvaran las láminas de metal, sino que simplemente las plegaban en lí­neas rectas...creado especialmente y simbólicamente para calzar con la retí­cula cartesiana de las calles.

En la manera en cómo yo abordo el tartán existe una voluntad de "drapearlo", de incorporarlo al paisaje como elemento portador de una cierta sensualidad...Es decir, el tartán constituye una estructura geométrica potencialmente blanda, que está ahí­ para ser destronada de su rigidez (de una manera muy similar a la tragicómica operación del Ready-Made Malheureux de Duchamp). Me acuerdo que una noche de mediados del '91, llegando a mi casa en Santiago, habí­a un grupo de niños aspirando pegamento, y algunos estaban durmiendo recostados en un banco. Uno de los que estaba durmiendo muy cerca de la entrada de mi casa, llevaba puesta una camisa escocesa y se me hizo muy relevante el hecho de que un cuerpo envuelto en esta trama multicolor de ángulos rectos, estuviese respirando, moviéndose, pasando frí­o, hambre, soñando, etc. En ese momento sentí­ que el diseño escocés podí­a estar articulando un cruce sutil entre lo impersonal-geométrico y otros asuntos más sentimentales. Una de mis reacciones fue comenzar a estudiar los clanes de Escocia, y así­ encontré un libro del historiador Eric Hobsbawm que se llama precisamente "The invention of tradition", en el cual hay un capí­tulo entero dedicado a los fenómenos de construcción identitaria de los highlands. Se me hizo muy interesante este asunto de la tradición y sobre todo el de la "pertenencia"; por ejemplo, existe la creencia que las plantas que crecí­an en las zonas donde habitaba un determinado clan, les proveí­an a éste de los tintes para teñir las lanas y así­ configurar sus diseños. Por lo tanto, hay ciertamente un aspecto tribal, moral, étnico y geográfico representado en esta abstracción. Podemos señalar que en la
LatinArt:  Un elemento central en tu obra son ciertas ideas y elementos que tu llamas "Sujetos en Suspensión." Háblanos de esto...

Cristián Silva:  Lo que yo llamo Sujetos en Suspensión no son más que un conjunto de entidades que yo he "aislado" -en el sentido en que emplean el término los cientí­ficos- y que flotan en medio de una fisura. Y que fundamentalmente por esa razón se vuelven valiosos. En ese sentido, te encontrarás con que a veces hago empleo de una numerosa serie de términos que se escriben igual en inglés y en español (las llamadas palabras homógrafas: "visceral", "irregular", "vulnerable", etc)... También el uso del color verde (que sabemos es la mezcla del color más circunspecto -el azul- y del más expansivo -el amarillo-). Por ejemplo, el tartán es -en términos sociales- un elemento increí­blemente dinámico: tendemos a asociarlo tanto con contextos marginales como con ámbitos más aristócraticos. La "movilidad social" del chocolate es también notable: se encuentra chocolate del más fino y también del más corriente. Como siempre, es muy refrescante cuando se comienza a re-armar la historia desde una perspectiva un poco más juguetona y caprichosa: se producen equí­vocos y malentendidos que activan la discusión hacia otras zonas.

LatinArt:  ¿Nos puedes decir algo sobre tu experiencia educacional en Santiago, y como influye tu obra ?

Cristián Silva:  Yo me formé en la Escuela de Arte de la Universidad Católica de Chile, que de católica la verdad tiene bien poco; te dirí­a más bien que la caracterí­stica principal se debe a su momento fundacional desprendido de los estatutos de la arquitectura y del diseño. Ronda un espí­ritu básicamente Bauhaus por todos sus pasillos (digo, comparada con la otra escuela de arte importante en Santiago, la de la Universidad de Chile, que pertenece a una tradición de Bellas Artes). Nosotros estábamos sometidos a ciertos principios implí­citos: la no-exaltación, la no-visceralidad... todo "bajo control". Dentro del contexto chileno, se trata además de un espacio extremadamente privilegiado y protegido. Obviamente, las generaciones anteriores, la mí­a y también las posteriores, se han empapado de ese entorno restrictivo; lo interesante es que, en su momento, esto se ajustó bastante bien al clima represivo del Chile de mediados de los '70 hasta fines de los '80. Y también se aproxima mucho a la idiosincracia de mi pueblo...bueno, que en realidad es un poco mas "salvaje" y no tan cool como la Bauhaus (risas).

LatinArt:  Este estudio de la construcción cultural que se ve a lo largo de todo el mundo es muy interesante...

Cristián Silva:  Sí­, hace un rato me comentaba José Damasceno acerca de los dibujos de los habitantes de la selva en Brasil, quienes aunque viven sumergidos en la jungla, tienden a traducir sus experiencias a la geometrí­a o a ejercicios-rituales gráficos cargados de connotaciones hipnóticas. Y yo siento que lo interesante de traducir vivencias a geometrí­a, tiene que ver con un proceso que depende en gran medida de la imaginación, la depuración y la decantación.

LatinArt:  Veo algunas referencias a Duchamp en tu obra, pero me encanta como tu usas el azar y las coincidencias como lenguaje para exploración...

Cristián Silva:  Sí­, por supuesto, Duchamp era un estudioso y experto del ajedrez, que es uno de los pocos juegos en los que no interviene el azar. Me encanta esa conexión. La gente que me conoce bien sabe que yo tengo la tendencia a inventar historias torcidas respecto de lo cotidiano. Hay un fuerte componente de paranoia en mi caracter y es muy usual sorprenderme haciendo especulaciones que a veces están totalmente perdidas y equivocadas... pero que otras veces sí­ dan en el clavo! Y cuando esto sucede, me confirman, (risas) y refuerzan ese rasgo humoroso y "ancestral" de "empujar" las coincidencias. Las coincidencias son elementos que podrí­an analogarse al drapeado del tartán, en el sentido que constituyen fracturas y rupturas del contí­nuo y que cuando se producen es como encontrarse un diamante. Afortunadamente, cada cierto tiempo me voy encontrando diamantitos y a partir de eso voy construyendo mi red de trabajo. Tal vez algún dí­a se me termine la suerte... pero, por lo pronto, lo que me motiva es una voluntad de problematizar lo que ya está aparentemente resuelto, experimentar con mi entorno más inmediato y con lo más simple. Y ese probablemente sea otro rasgo de mi caracter...

LatinArt:  ¿Tu asociación con el grupo Jemmy Button, Inc me interesa mucho. En breve, Jemmy Button fue un indí­gena Yagán que en el siglo XIX que fue llevado por los ingleses de joven, educado como inglés y luego regresado a su gente donde obviamente se dio cuenta que habí­a perdido algo de su identidad. Podrí­as hablar un poco mas de tu participación con este grupo?

Cristián Silva:  Nos agrupamos en el '93 con dos colegas artistas, Mónica Bengoa, Mario Navarro y con el crí­tico Justo Pastor Mellado. Nos propusimos productivizar esta anécdota de Jemmy Button y así­, de alguna manera, al utilizar esta anécdota casi como logotipo, sabemos que "somos privilegiados y tuvimos formación académica de élite, hemos viajado y hemos regresado trayendo información y conocimientos que son difí­cí­lmente aplicables en Chile". Yo creo que ese es un conflicto que sigue vigente y que seguirá palpitante por mucho tiempo: los asuntos de transferencia de información de un medio a otro en términos de "progreso" en el área del arte contemporáneo, es un tema muy delicado. Hay muchí­simos artistas que, proveniendo de espacios periféricos, se pasan dos o tres años estudiando en Alemania y regresan con el lenguaje que aprendieron allá, intacto y fresquito, listos para intentar "aplicarlo" en su propio medio. Lo más frecuente es que se produzca un quiebre, que el artista percibirá como estrechez mental, ignorancia o conservadurismo del público, pero que no es más que un retardo en la capacidad de adaptación de ese público especí­fico a esos códigos especí­ficos. Es decir, creo que hay que estar muy concientes de que los lenguajes contemporáneos "forasteros" del arte no deben "anexarse" al lugar de donde uno proviene, sino que de algun modo debieran volver a brotar desde ahí­; uno tiene que lograr que penetren en la tierra y florezcan a través de la planta (un asunto que Oiticica supo resolver con maestrí­a). Entonces Jemmy Button Inc. en cierta medida cumple con ese propósito, que es bastante idealista, no lo niego; de hecho, algunas versiones del final de la leyenda de Jemmy Button señalan que ya en su vejez fue avistado liderando un grupo de rebeldes, resistiendo y organizando guerrillas y saqueos contra los invasores. Yo confí­o ciegamente en que el trabajo que uno produce puede y debe ser compartido con cualquier tipo de público... sólo que en términos cercanos, inmediatos, personales, afectivos y no de manera masiva. Todo el rollo actual que se plantea a partir de la método gringo de difundir el arte -en el cual supuestamente la obra debiera hablar por sí­ misma- es un sistema bastante sospechoso, que en apariencia es inocente y responde al principio práctico de perseguir objetivos universales y llegar a la "gran población", pero que en el fondo está basado en el ejercicio del poder. Y cada vez que eso se produce ví­a mediática, se distorsiona y se confunde. Entonces, yo creo y me inclino firmemente por el "puerta a puerta", tal como lo harí­a un vendedor de aspiradoras, transmitiendo personalmente qué es lo que a uno le interesa, los puntos más sensibles de la sociedad que uno quisiera compartir. Recibir, filtrar y regresar.

LatinArt:  ¿Hablanos un poco sobre el rol del artista desde tu punto de vista?

Cristián Silva:  Si me imagino a un habitante nativo americano sentado junto a un rí­achuelo, escuchando el sonido del agua, viendo cómo las hojas de ese árbol al ser movidas por el viento, cómo se moja la piedra y cambia de color; o sea, imagino una situación en la que este "buen salvaje" está absolutamente en contacto con su entorno inmediato. Y si esta persona siente de pronto la necesidad de transmitir algo, sólo va a apuntar con el dedo hacia allá y hacia acá y va a comentar aquello que le parece relevante, a partir de los hitos que le rodean. En tal caso, todo lo visible se transforma en vehí­culo de comunicación entre una persona y otra o entre una persona y una comunidad. Eso lo he imaginado cuando tomo el desayuno en la mañana, cuando se escuchan afuera los camiones porque mi responsabilidad es que esa misma actitud "ancestral" sea aplicada aquí­ y ahora. Y eso serí­a la "conexión mí­stica" que te comentaba hace un rato; no es el objeto en sí­ mismo, sino que es la manera en cómo uno se relaciona con el entorno, cómo uno puede hacer uso de esos objetos para comunicar determinada idea o sentimiento. Y entonces, me desconcierta cuando a veces se refieren a mi trabajo como conceptual, posconceptual o neoposconceptual... qué es eso?! Oleo sobre tela es mucho más conceptual que las cosas que yo hago... Las cosas que yo hago son absolutamente directas, tanto, que a veces son vulgares. Personalmente siento muy ajeno y postizo el hecho de armar un bastidor, comprar una tela, un tubito de pintura y aplicarla con un pincel sobre esa tela. Todo eso no sé de dónde viene; lo que sí­ sé es que hay una tradición "prehispánica" que se refiere a una cultura de fabricación de objetos, de cosas, de tejidos, de impresiones, de tallados...de situaciones... pero no sé si de pintura.

En fin, me estoy alejando un poco del tema, pero te dirí­a que el rol del artista es fluir como un agente catalizador y favorecer la comunicación entre las personas. Desde luego que no es ninguna novedad lo que estoy planteando, pero sucede demasiado a menudo que esto, que es tan obvio, se olvida y nos encontramos frente a trabajos que no sólo no comunican sino que tampoco lo pretenden, piezas que se encierran sobre sí­ mismas, obras que "sofistican" sus códigos a tal grado que entran en un terreno que yo llamarí­a perverso, débil y extraviado. En verdad es muy complicado definir cuál es el rol del artista, sobre todo al interior de nuestro contexto latinoamericano actual, tan lleno de carencias, tan sobre-catolizado, un medio en el que cualquier artista medianamente sensible tiene que vérselas todo el tiempo con su conciencia social. Hace unos dí­as hablando con Daniel J. Martí­nez, me cayó la teja que esa conciencia social se puede mantener activa y consecuente en la medida que uno haga simplemente un buen trabajo. No es necesario formar parte de un grupo de acción social o de ayuda comunitaria, sino que con el sólo hecho de sostener una posición moral decente y hacer bien tu trabajo, con eso basta. Y para mí­ esta reflexión ha significado un gran alivio, porque me da la impresión de que es verdad, que cuando uno trabaja bien, colabora a mejorar las condiciones en todo sentido; claro, los resultados no son inmediatos, estamos hablando de un proceso a largo plazo y que funciona por medio de rebotes diferidos, tangenciales o indirectos. Pero de todos modos parece ser un fenómeno concreto. Antes me daba entre gracia y ternura escuchar a colegas afirmando que producí­an arte para que el mundo fuese mejor, y resulta que ahora me vengo a dar cuenta que -guardando ciertas proporciones- se trata de una posición muy realista. Y, <




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