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Entre Utopía y Desencanto. El arte como activador de la experiencia política.


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06 April, Fourth day
Workshop: Against discouragement, generative words



04 April, Second day
Work group session: body and dream representation



05 April, Third day
Monologue
Gregorio Lemercier: Dialogues with Christ



05 April, Third day
Musical
Odyssey Ocotepec



05 April, Third day
Musical
Odyssey Ocotepec



05 April, Third day
Musical
Odyssey Ocotepec







Centro Cultural Jardín Borda,
03/04/2014 - 06/04/2014
Cuernavaca, Mexico

Entre Utopía y Desencanto. El arte como activador de la experiencia política.
por David Gutiérrez Castañeda

Entre Utopía y Desencanto. El arte como activador de la experiencia política.

Sofía Olascoaga, curadora y gestora mexicana, incitó desde el año 2011 hasta el 2014 un proceso comunitario de largo aliento, financiado desde diversas instancias nacionales e internacionales (Cda Projects, Museo La Tallera, Secretaría de Cultura del Estado de Mórelos, entre otros). Un proceso sui generis. Aunque la dinámica de trabajo es profundamente política, no consistió en focalizar la acción en la reivindicación de derechos de grupos sociales, ni tampoco en movilizar la protesta acerca de condiciones sociales de existencia. Más bien, inquieta sobre cómo se configuran las relaciones sociales y la labor crítica del pensamiento, sobre cómo se hace comunidad comunidad. Olascoaga desarrolló una plataforma de trabajo con algunos cómplices en que, tomando referencias historiográficas precisas, propiciaron una serie de ejercicios artísticos en que cada uno de los partícipes enunciaba, reflexionaba e interconectaba discusiones sobre la condición actual de hacer comunidad. Olascoaga gestionó, organizó y convocó a una serie de académicos, artistas y gestores culturales para desarrollar una genealogía afectiva acerca de una historia compleja. Entre Utopía y Desencanto (http://www.entreutopiaydesencanto.org/), título cercano al del libro de Claudio Margis, consistió en una investigación colectiva centrada en la figura de Iván Ilich (1926, Viena - 2002, Bremen) y su labor pedagógica e intelectual y la articulación de sus proyectos con las tendencias de la teología de la liberación, sociología, movimientos sociales, psicoanálisis y política en la ciudad de Cuernavaca, Estado de Mórelos, entre la década de 1950 y 1980 en el marco del Centro Intercultural de Documentación (CIDOC). Entre el 3 y 6 de abril del 2014 fuimos convocados al Encuentro Público donde algunos de los ejes y mecánicas de trabajo fueron presentados como exposición, centro de documentación, acciones escénicas, performances, espectáculos, fiesta, talleres y conferencias en el Jardín Borda en el centro de Cuernavaca.

Intelectualidad disidente y praxis

La presencia de Illich en Cuernavaca no fue circunstancial. Repercute en una serie de inquietudes de una intelectualidad y unos gestores críticos de la cristiandad mexicana de la década de los 60, como de una serie de redes de trabajo y gestión social a nivel internacional que se hizo cargo de la discusión sobre el desarrollo económico, la lógica misionera y las relaciones interculturales (que hoy llamaríamos poscoloniales). Ilich, quien para la década de los 50 y 60 repartía su trabajo como académico, sacerdote crítico y gestor entre Puerto Rico, Estados Unidos y México, en amistad con figuras como Jean Robert, Brasulio Miguel Hornedo, Gustavo Esteva, Valentina Borremans, Feodora Stancioff y Gerry Morris, entre otros muchos más amigos, promovió la creación del Centro Intercultural de Documentación (CIDOC) en 1966, paso posterior del Centro por la Formación Intercultural (1961). Aquí el estudio y el aprendizaje experimental de múltiples idiomas, sobretodo el español para misioneros extranjeros, era conjugado con labores sociológicas, pedagógicas y antropológicas, a modo interdisciplinar, a la vez que se promovía y discutía los fundamentos del cristianismo como tecnología geopolítica pero también como cuestionamiento ético en América Latina (lo que más adelante comenzaremos a llamar como teología de la liberación).

Disidentes de la normatividad eclesiástica, Illich y amigos, dieron cuenta que en el trabajo misional se conjugan paradojas de orden ético y político que solo pueden ser discutidas con conocimientos amplios de economía política, idiomas e historia social. Inquietados por estas dimensiones, en lo que podría llamarse una vida monacal de la disidencia, concentraron sus investigaciones críticas en la alfabetización, la historia del cuerpo y sus percepciones, y también lo que hoy llamaríamos estudios sobre el desarrollo, la escasez y la necesidad. A partir de este trabajo, en el transcurso de una década, el CIDOC publicó cerca de sesenta Cuadernos de modo muy versátil (fotocopias). Lo que generó una movilización de pensamiento crítico con mayor velocidad de lo que era posible para las editoriales de esos años. Simultáneamente, cada año, se convocaban encuentros internacionales de discusión, en que acudieron figuras como Paul Goodman, Erich Fromm, Peter Berger, Paulo Freire, Sergio Méndez Arceo, entre otros. En este contexto, Illich publicó sus primeros textos en español, como La sociedad desescolarizada (1971), La convivencialidad (1973), y Energía y equidad (194).



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