Proyecto cívico es una de las dos exposiciones con que Tijuana inaugura El Cubo -edificio destinado a albergar muestras internacionales que complementa, desde septiembre del 2008, la estructura existente del Centro Cultural Tijuana fundado en 1982. El CECUT ha sido desde su creación el espacio-faro de la cultura en Tijuana y Baja California; no sólo por ser la única institución cultural en la región con sus características de infraestructura, personal y presupuesto gubernamental, sino que ha sido su situación de orfandad la que ha diversificado de tal manera su rango de actividades y públicos. El nuevo edificio alberga un vacío profundamente sentido en la región para la exposición de muestras de arte de "nivel internacional" -con todas las implicaciones que el apelativo conlleva- más allá de la calidad de los artistas y la obra que en sus espacios se exhiba. Pues la sola existencia de este espacio convoca la muy necesaria profesionalización curatorial y museográfica en el área que habrán de garantizar los nuevos espacios para poder cumplir con los requisitos de préstamo impuestos por otras instituciones. Por primera vez en Tijuana existe un espacio con presencia y presupuesto para comisionar proyectos artísticos y curatoriales de creación local itinerables al resto del país y, esperemos, fuera de él. Será que Tijuana pueda revertir el sello maquilador que sobre ella pende mitológico, generando, con calidad, lo suyo. Qué mejor reto y oportunidad para hacerlo que conformando proyectos culturales sustanciales. Tranquiliza decir que el primer intento está ya expuesto. En elegidos espacios de tránsito, exteriores a la sala del primero de los tres niveles del nuevo edificio, la muestra Proyecto cívico - co-curaduría de Lucía Sanromán (Museum of Contemporary Art San Diego, San Diego, CA) y Ruth Estéves (Museo de Arte Carrillo Gil, Ciudad de México)- tiende algunos hilos sobre el recorrido previo a salas que incitan al visitante en tránsito. Así, entre las sutiles sonoridades de Nina Waisman en la obra Between Bodies / Entre cuerpos (2008) se experimenta la entrada más significativa a la exposición. Los sonidos capturados por Waisman (Utah, EU) en las calles de Tijuana se agazapan contenidos en sensores de movimiento con respuesta sonora sobre cuatro islas colgantes de delgada estructura metálica que habitan el pasillo descendente al espacio de recepción del museo. El cuerpo que entre ellos camina cauteloso trae a la memoria silenciosa del espacio museístico una primera deslocalización sonora entre compases de corridos norteños, altoparlantes y sirenas. A diferencia del comúnmente alertado sentido de la vista como acceso primario al mundo sus placeres y peligros, Waisman despierta y dirige toda su atención sobre nuestro sentido del oído obligándonos a redefinir nuestras estrategias de relación, diálogo y negociación con el entorno, con la obra y con el propio cuerpo. Destinándonos a movernos y escuchar, Waisman subvierte la conciencia del cuerpo-entre-cuerpos conforme nos obliga a esquivar los delicados sensores que activan las bocinas superiores convirtiendo el pulcro pasillo de El Cubo en una mezcla de invocaciones urbanas inquietantes. Antes de seguir, atendamos algunos preliminares sobre el discurso curatorial de Proyecto cívico para guiarnos mejor. Siguiendo el texto curatorial en el catálogo, Estévez y Sanromán afirman que el interés de PC está en relacionar obra de artistas loc