Artistas Temas de Arte Exposiciones Nosotros Busqueda


Arte & Espacio Social
Internacional Errorista: La revolución por la vía de los afectos. Parte 1
Santiago Garcí­a Navarro




Bookmark and Share













LG: Siempre la idea de Etcétera fue trabajar una especie de teatro de la catarsis. Lo importante para nosotros era generar una instancia para que lo que estaba dormido internamente en los manifestantes del escrache, pudiera salir a partir del teatro: la ira, el dolor, el temor, la histeria. Sacar aquello que queda reprimido y que en la militancia política se racionaliza. Decidimos que íbamos a representar al victimario y no a la víctima, al conflicto y no a los conflictuados. En ese momento, en el escrache poníamos en juego y en duda la relación que tenemos como militantes, como afectados directos también, ese lugar de fragilidad frente al enemigo. Nosotros representábamos al militar, al torturador, al médico que se apropiaba de los nños, como un tipo simpático, muy grotesco, muy del teatro del absurdo, y eso producía catarsis. Las Madres de Plaza de Mayo empezaban a gritar, a hablar. La idea era generar algo que la sociedad en cierta medida necesita, sobre todo porque la gente se expresa por necesidades muy controladas. De lo que nos dimos cuenta con el Errorismo fue que nosotros, como actores, tenemos la necesidad fundamental del teatro para nuestras vidas. El orgasmo no lo conseguimos yendo al museo, ni haciendo acciones gráficas, sino en el teatro.

FZ: En Kantor, tanto como en Artaud, hay esa idea de que el que se somete a un estado profundo de teatro se suicida, porque por ese tiempo es otra persona, está dando su vida por esa experiencia y desaparece. Actor-cidio es esa entrega a la experiencia performática, del modo en que un suicida se entrega a su misión, completamente convencido de lo que está haciendo, y preparado.

SGN: ¿Pero ahí no hay una idea de enajenación? Considerando que un sujeto no es una cosa estable, sino que siempre está transformándose, deviniendo, también puede tratarse de diferentes estados de ese mismo cuerpo.

FZ: Sí, pero nosotros hablamos de una operación específica. En ese momento lo necesario es construir un conjunto de personas que estén igualmente convencidas, preparadas, que todos confíen en todos, que nadie vaya a delatar al otro, y que todos sepan qué tiene que hacer exactamente frente a una situación. La experiencia del actor-cidio no es un modelo de vida, pero es efectiva para el momento de esa acción determinada.

SGN: Entonces, si hablamos de suicidio, ¿qué estaría matando uno en sí mismo cuando se entrega a la performance?

FZ: El ego.

Antonio O´Higgins: Lo que muere es eso que la persona tiene de cerrado. Se suicida porque encuentra elementos para representar lo que tiene adentro.

SGN: Ahora, si la performance fuese un momento de excepción, daría la impresión de que ese tiempo no afecta al resto de la vida. En cambio, si ese suicidio parcial, el de la represión, tiene consecuencias a posteriori de la performance, está relacionado con un momento de mucha intensidad donde hay algo que se quiebra en la estructura del yo, pero que no mata al sujeto, sino que en todo caso lo lanza a una nueva etapa.

LG: Querría marcar una diferencia primero. El espect-actor es el que se somete a la experiencia catártica y que bota lo que tiene reprimido. Se convierte en actor. Puede que en su vida cotidiana siga siendo un espectador, y que luego vuelva a ser actor. Se convierte en actor-cidio cuando toma conciencia de que esa herramienta teatral es constante.

FZ: En cada uno de los que han pasado en este último tiempo por esta actividad del Errorismo, uno ve hasta qué punto esto le llevó e escribir sus propios textos, a continuar reflexionando sobre tal o cual idea, y cómo este germen entró. Es como el amor, pienso yo. Errorismo no es un polvo de una noche, sino un compromiso. El amor errorista está libre de errores, un errorista en el amor es un ser errático, no busca la perfección, porque sabe que el amor es un continuo ir y venir. En el caso de esta experiencia poética, artística o como se la quiera llamar, lo que deja después es la misma sensación que se tiene en el amor. O quedás enganchado o te pasa de costado. Los que no son artistas empiezan a serlo, se sienten actores, se reconocen individualmente, se involucran con la idea, y son los compañeros que pasaron por la experiencia los que presionan a seguir, nos llaman y nos preguntan cuándo es la próxima.

4 de 4 páginas     página anterior



Sobre el autor
Santiago García Navarro escribe sobre temas de arte, política y arquitectura. Fue miembro del colectivo Duplus, con el que publicó el libro El pez, la bicicleta y la máquina de escribir (Buenos Aires, Fundación Proa, 2006). Vive y trabaja en Buenos Aires.

regresar a temas de arte