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Internacional Errorista: La revolución por la vía de los afectos. Parte 1
Santiago Garcí­a Navarro




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FZ: Nosotros fuimos a la marcha de la mañana, y en el medio del show actuamos disfrazados ante las cámaras. Somos artistas, así que para nosotros venía bien. Pero cuando llegamos al acto de Chávez se puso todo muy denso. Nosotros no queríamos sentirnos como un rebaño guiado. Teníamos nuestra autonomía errorista y nos fuimos. Nos preparamos para la marcha de la tarde, y eso nos trajo una discusión interna dentro del grupo de los 25 erroristas que estábamos ahí. Yo tenía la posición de que no había que ir, porque diversas fuentes nos decían que esa tarde se pudría todo, y yo pensaba que en la primera volteada podíamos caer. Durante tres horas discutimos qué hacer, y apareció esa responsabilidad nuestra como organización. El caso es que fuimos, pero sin las armas. Sólo con panfletos y pañuelos. Sin embargo, nuestra participación duró apenas cinco minutos, porque en cuanto llegamos a la marcha ya estaban los gases lacrimógenos y todos corrían. Empezaron a detener a gente y nosotros nos fuimos a buscar abogados, etc.

Al otro día, cuando faltaban cuatro horas para que terminara la Cumbre y se fuera Bush, nosotros ya habíamos hecho lo que teníamos que hacer y nos quedaba un rato libre. Entonces fuimos a la playa, y de paso filmamos una escena de la película Operación Bang: los erroristas que vienen desde el agua, los erroristas agachados, los erroristas con el bote, los erroristas en las escolleras. Teníamos un bote inflable y un Jeep verde militar. Y de repente algunos dicen: "¿Hey, ahí pasan dos helicópteros. Vamos a apuntarles"¿. Y después pasa un avión enorme, y nosotros en las escolleras apuntando. No sabíamos que era el Air Force One, donde iba Bush, y ese fue el error errorista. Dos minutos después, por todos lados, suenan las sirenas, empiezan a cerrar la playa y caen muchos policías con armas, con perros: "¿quietos, quietos, quietos, quietos, quietos"¿. Y nosotros ahí tuvimos que decir: "¿Es un error. Las armas son de cartón"¿ (porque el tipo decía: "¿tirála, tirála, tirála"¿). Y dijimos: "Somos actores, estamos filmando una película", y les entregamos una autorización municipal que habíamos hecho nosotros pero que sirvió. Toda esa escena está filmada. Un policía dijo: "¿Algún responsable"¿. Y un compañero nuestro, el Mota, dijo: "Yo", y se fueron los dos a negociar. Nuestro compa"¿ero le pregunta: "¿Cuál fue el error?", y el policía le dice: "El error es que hubo cincuenta llamadas telefónicas, desde handies, desde la playa, de vecinos, diciendo que había piqueteros apuntando con armas hacia el cielo, y nosotros teníamos que venir". Y dice nuestro compañero: "¿Pero usted nunca cometió un error?" Todo esto era conversación espontánea. Y el tipo dice: "Sí, el error que cometí fue ser policía. Yo quise ser actor pero no me dejaron". Y ahí se completó el asunto. El tipo se estaba sintiendo parte del rodaje. Terminó armándose una discusión en la que se juntó mucha gente, con cámaras, y entonces nuestro compañero, al estilo evangelista, empezó a preguntarle una por una a la gente que estaba ahí: "¿Y usted, nunca cometió un error?" Y una mujer decía: "Yo me casé por error, querido", y así cada uno empezó a hacer su catarsis. Después llegó el policía con la carta de autorización y dijo: "Pueden seguir tranquilos". Y así terminó la escena. El error errorista consistió en este caso en que le apuntamos a Bush por error, por error nos vinieron a detener, y también por error nos dejaron ir, porque la carta era falsa. Y ahí dijimos: este es el corazón de la obra, esta es la clave. Y ahí nació también nuestra teoría del espect-actor y el actor-cidio.

LG: También eso fue posible porque la situación local era muy fuerte. La cumbre fue un espectáculo, con policías de varios países controlando distintas áreas. El espectáculo de Kirchner y Chávez por un lado, y por otro, la sensación de absoluto control: tanto del sector populista, que controlaba bien su rebaño de vacas marchando, como el control policial extranjero, que era muy sorprendente. Y la gente, que estaba tan enloquecida que no pudo distinguir nuestras armas de juguete de otras de verdad.

FZ: Los elementos que elegimos para la acción son: el pañuelo, que es como de Medio Oriente -sólo que dice: "bang, Erroristas"-, las armas poéticas, los panfletos en distintos idiomas -al punto que había gente que decía: "¿De dónde son? Hay gente de muchos países, que habla de formas distintas"-, la bandera, las pancartas, y el Jeep. La campaña empezó en el Obelisco, en Buenos Aires, después en la Cancillería, después en Mar del Plata, y finalmente el 20 de diciembre, otra vez en Buenos Aires. Todos estos elementos siempre fueron apareciendo, y sumábamos cada vez más gente al agite. Los elementos y los colores de la imagen eran muy pocos, y no podían ser más, porque sino no cuajaban.

SGN: ¿Y las armas poéticas a qué le disparan?

FZ: A lo primero que le disparan es al inconsciente, porque son metáforas. Una vez que entró la bala, sigue moviéndose y creo que va directo al corazón, después creo que va hacia el sexo, y después vuelve a salir, por el culo.

SGN: Muy orgánico todo. (Risas). ¿Cómo juega, en concreto, el espect-actor y el actor-cidio? La teatralización que ustedes suelen hacer, coloca a los actores en un escenario virtual, móvil, que es la calle, pero en última instancia el escenario está. ¿Cómo se desarma ese escenario para que no se componga una "obra" frente a otros que no participan directamente?

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