Rolf Abderhalden: Pues para eso se hicieron, se imaginaron los talleres. Los talleres eran espacios, a diferencia tal vez de otro tipo de intervenciones, donde la gente era convocada para hacer cosas, para tomar fotos, para hacer juegos, como distintas dinámicas que no son necesariamente del campo de intervención que usualmente los trabajadores sociales o los trabajadores de entidades del distrito proponían. El trabajo se fue perfilando con tiempo de trabajo con la comunidad. Es como un trabajo de campo en el que tu vas primero de observador, pero es un observador participante, no eres un observador pasivo, in distante, eres un observador que entra en, no de quien me esta estudiando, que tiene un objeto de estudio, sino, que tiene una comunidad, unas personas, y es pura empatía. Eramos un grupo de personas, no era yo solo, y cada uno buscaba como podía entablar diálogos, estas conversaciones e iniciar procesos relacionales. Finalmente todo eso son dinámicas de construcción puramente relacional, de diálogos, de conversaciones entre personas que se encuentran y empiezan a hablar de bueno y ¿usted donde vive? y ¿usted que hace aquí? , tú me preguntas y yo te pregunto.

Después de varias reuniones, de varias visitas de ese trabajo de campo, nosotros empezamos a ver, por ejemplo, cómo estaba organizado Usaquén o Las Nieves. Los adultos mayores estaban aparte, tenían como unas actividades aparte, pero que en realidad no se hace gran cosa con ellos. Los jóvenes, habían unos pocos allí que vivían, que no sabían bien que hacer. Que había como unos grupos de edades que requerían como una atención particular, que no podíamos reunir a todo el mundo y ponernos a proponer actividades que, ó iban a dormir a los viejos, ó iban a aburrir a los jóvenes. Había que especializarse un poquito en esa relación, como buscar temáticas y vínculos que mantuvieran estimulado ese acercamiento entre grupos. Entonces, fue ahí donde empezamos a decirnos que lo más interesante eran las historias de los fundadores de los barrios, las historias de cómo habían llegado allí, las historias de cómo habían hecho sus casas, de cómo en un barrio de invasión habían logrado conseguir esto o lo otro. En fin, había unas historias de fundación que evidentemente tenían sentido con los adultos mayores, no con los jóvenes de 20 años que en realidad ya estaban muy asentados y que no saben muy bien que había pasado antes. Entonces aparecen los Libros de la Memoria, nacen de escuchar a un viejito que nos esta contando historias de su vida en el barrio y nosotros le decíamos: pero ¿usted no ha contado eso antes?, ¿usted tiene un álbum? -no yo no tengo álbum- ah, entonces por que no hacemos un álbum. Una discusión sobre la memoria familiar, sobre el álbum, y entonces decían: no, yo tengo fotos, pero no tengo álbum. Yo no se escribir. Entonces, les respondíamos: ¿pero alguien es su familia sabe escribir? -Si mi nieta escribe- ah bueno entonces por que no le cuenta a su nieta y su nieta le escribe. Y entonces, los Libros se fueron volviendo álbumes totalmente personales de cada uno y sus familias. Los que no sabían escribir pasaban por la hija, o el hijo, o la nieta o el sobrino, que escribían por ellos; y los que sabían escribir, pues se pusieron a escribir directamente. Entonces, unos ponían a los demás a decorarlo y empezaron a ponerle sus fotos personales, pero también otras cosas como fichas de colores o cosas decorativas, o dibujos, o cosas que recortaban en una revista, y que les parecía bonitas. Así se volvían unos Libros como reducto de acciones que surgían de las conversaciones que teníamos los grupos de trabajos al final de los talleres. De todo eso surgen preguntas, preguntas sobre la fundación, sobre los mitos; lo fundacional se convierte en lo más importante.

Nota:
* Esta entrevista se hizo en el marco del proyecto de investigación Estrategias Artísticas para Procesos de Aprendizaje Significativa junto a las docentes Sylvia Suárez y Luisa Ungar de la Universidad Pedagógica Nacional de Colombia. Ayudó en la transcripción el estudiante Alejandro Suárez.

Citas:
(2) Cúndua significa el lugar donde todos iremos después de la muerte según la mitología arhuaca de la Sierra Nevada de Santa Marta.
(3) Reconocido paramilitar colombiano jefe de las Autodefensas Unidas de Colombia.