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Arte y Teorí­a
Arte de conducta: proyecto pedagágico desde lo artístico. Segunda parte.
Magaly Espinosa




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Lea Arte de Conducta… Primera parte

Comentar algunas obras. El artista como un productor de significado cultural.

“El arte debe ocuparse de lo real, aunque poniendo en cuestión todas las concepciones de lo real. Transforma toda la realidad en fachada, en representación, y en una construcción. Pero también plantea la pregunta sobre el por qué de esa construcción”
Mike Kelley

Es difí­cil exponer los resultados artí­sticos de todos los que han transitado por la cátedra o la cursan actualmente, quizás lo más acertado sea reunirlos en sus dos principales vertientes y en aquellos géneros que se reiteran en sus creaciones, como sucede con la instalación, el performance y el ví­deo en sus diferentes variantes. A partir de ahí­, tomar algunas de las obras o proyectos más significativos que ayuden a comprender el amplio diapasón en el que se desenvuelven las propuestas, entroncadas con las lí­neas creativas principales desplegadas desde los años 80, en relación con lo vernáculo y la reflexión crí­tica.

Dentro de lo que se viene llamando inserción social del arte, una de las propuestas más destacadas se encuentra en el dueto de artistas formado por Luis Gárciga y Miguel Moya. Sus acciones e intervenciones están marcadas por el levantamiento social, pero lo más prominente del proceso de ejecución de las obras, no es tanto el precedente de investigación sociológica, que generalmente se reduce a establecer los parámetros espaciales y temporales en los que ocurrirá la acción, como las posibilidades que ese proceso le brinda al contexto para que se manifieste.

Entre todas las piezas realizadas por ellos se destaca Reporte de ilusiones (2003-2004) La misma comenzó, proponiéndole a los vecinos que viven cercanos al Centro de Desarrollo de las Artes Visuales, en la Habana Vieja, (Centro en el que posteriormente se expusieron los procesos de trabajo del semestre de la Cátedra) “…un servicio de fotografí­as a domicilio, que podí­an modificar según sus deseos…introduciendo miembros de la familia que por cualquier razón no se encuentran ahora entre ellos: misión, exilio, fallecimiento o parientes que se hayan disgustado y que quieran reconciliar... Se viabilizaba hacer transformaciones fí­sicas del lugar fotografiado, introducir personajes públicos, artistas, polí­ticos, pensadores, etc.”(1)

Como en otras de sus propuestas, esta obra se fue estructurando según se realizaba. Cada paso inicial tejí­a el siguiente, primero: el intercambio de los artistas con los vecinos -saber quiénes querí­an ser fotografiados, conocer sus demandas y tomar las fotos.- un segundo momento se centraba en trabajarlas digitalmente, manipulándolas para conseguir cumplimentar los deseos solicitados, y concluir en la exposición con un visionaje de los fotografiados, donde aparecí­an según las modificaciones pedidas por ellos. Por último, imprimirlas, montarlas y que estuvieran listas para su entrega posterior.

A través de esa manipulación se pusieron en acción gestos de encargo que nos recuerdan los procedimientos de los cultos sincréticos, basados en la fe sobre la fuerza de la imagen. Fe y deseo conjuraban pasiones, sueños, pesadillas, temores y ansias ocultas. Como un reflejo anticipador de la realidad, afloraban peticiones muy inciertas. Y quizá su más profundo significado estriba en la constatación del sendero que abren todos ellas, como testimonio y memoria de lo que somos: ¿Por qué camino puede conocerse mejor a un hombre que por el de sus sueños?

-Rafaela sueña con tener una casa en el campo, -Pavel desea que el fondo de su fotografí­a sea la ciudad de Nueva York, -Ramón Lorenzo añora ser un yogui hindú, -Ricardo anhela tener un jeep “Toyota”y -Wada, una medalla deportiva. -Marco, que vive en un edificio de estilo ecléctico de principios del siglo XX, lo imagina reparado. Eran peticiones, en su gran mayorí­a, de difí­cil cumplimiento porque sólo tení­an espacio entre la utopí­a y la ilusión.

En obras de este tipo la perspectiva crí­tica, tan elogiada en la tradición del nuevo arte cubano, se ventila por medio de su carácter testimonial. Dada la falta de sucesos documentados que reflejan la conciencia cotidiana sin las presiones institucionales, las acciones de Luí­s o Miguel nos acercan a ese espectro de la mirada que emana de la vida diaria, y que enjuicia con una fuerte carga de humor y sabidurí­a popular los acontecimientos sociales más diversos.

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