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Internacional Errorista: La revolución por la vía de los afectos. Parte 2
Santiago Garcí­a Navarro




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Lea Internacional Errorista Parte 1

Santiago García Navarro: Me parece que a esta altura del periplo es posible establecer una relación entre el cuerpo transformado por la performance, con efectos que pueden engendrar una nueva performance -donde performance puede ser el nombre para una cierta intensidad estético-política-, y que desde ahí rompe con la normalidad del terror y del mercado, con una vida hecha por otros, una vida que no tiene relieve, que no se diferencia. Retomando aquí la cuestión del error, creo que se abren varias líneas. Primero, me parece que hay una práctica de autonomía bien fuerte, porque vivir "errando" es generar otra forma de ser, que se entronca, incluso lingúísticamente, con las proclamas del 68. Entre el Errorismo y el amor libre, que es una de esas proclamas, hay una continuidad de matriz. Pero, ¿qué espacio hay ahora para una nueva elaboración del amor y cómo es esa nueva elaboración desde el punto de vista del Errorismo?

Federico Zukerfeld: Creo que primero es un traspaso del amor libre a la liberación del amor. Esta cuestión la asocio a la lucha contra el capitalismo, cuya primera función es mercantilizar: para convertir algo en producto, lo más intenso que vos podés hacer es dotarlo de características humanas. Esa relación es opuesta al amor, que es la desobjetivación del sujeto. En una sociedad sin capitalismo no se acabarían los celos, las aventuras, los engaños. Lo que no existiría más sería la fetichización del otro, y el deseo no se objetivaría en un bien de consumo, o en un bien de estatus (quién tenés al lado, qué representa, etc.). En esta sociedad se cree que amar al otro es comprarle cosas. Si vos no gastás, no querés. Para el Mayo francés, el amor libre apuntaba a abolir la institución familiar, ya totalmente corrompida. Hoy la familia está disuelta, se transformó en otra cosa.

Loreto Garin: Lo que nosotros hemos ido aprendiendo al formar una red con mucha gente de distintas partes del mundo, es que uno de los sostenes fundamentales no es sólo lo ideológico, sino un lazo de familia. Con Etcétera... hablamos mucho de eso, y después con el Errorismo. La gente que conformó la célula errorista en Mar del Plata llegó a un estado de amor absoluto. Amor de amistad, de enamoramiento, de sexo. En todo proyecto que uno haga -encontrarte a discutir determinadas cosas, hacer un campamento, una marcha, lo que sea- tiene que haber un espacio para una subjetividad que crea lazos reales de afecto. Uno de los motivos fundamentales por los cuales construimos este colectivo fue un motivo afectivo: de afecto con la historia de nuestros padres, de afecto con el pasado, e incluso de afecto con otros que no conocemos. Hay un aspecto de racionalización de la realidad, pero al mismo tiempo no podés generar tus vínculos políticos sin esos lazos afectivos.

FZ: Reivindicamos esta figura del amor justamente para demostrar que en realidad la lucha más grande contra el capitalismo es la lucha por el amor. Y esas son palabras del marxismo, no mías.

SGN: Una segunda línea que para mí se conecta con el error es una otra idea de militancia. Lo que veo en el Errorismo es una cierta parodia de la militancia, de la idea de que uno tiene que construir una organización que rediseñe la sociedad. Ahora, por otro lado ustedes hablan de revolución social, y ahí hay un evidente fondo marxista. ¿Cómo se relacionan ambas posiciones?

FZ: Me retrotraigo a otra acción, El ganso al poder. En 2003, para la marcha del 24 de marzo, en la época de las elecciones que ganó Kirchner, hicimos una de las cosas más arriesgadas que podíamos hacer en el campo político popular. Unas cien personas marchamos con distintas pancartas en las que aparecía un ganso: en una, el ganso era empresario, en otra, era guevarista, en otra, era del Opus Dei, en otra, un desaparecido. Y además nos robamos un pato del Planetario y lo llevamos a la marcha, dentro de un globo terráqueo. Algunos nos venían a patotear y a pegar, y la gente que nos conocía les decía: "Pará, loco, son los de Etcétera...", y los otros contestaban: "¿Pero qué, pueden poner al Che con cara de ganso?" Y otros entendían la idea: que estábamos cuestionando la transversalidad peronista, que permite contener dentro de un mismo movimiento tendencias totalmente opuestas. Para mí, lo que ha llevado al fracaso de la política revolucionaria de los setenta en la Argentina es la confianza en ese movimiento. También cuestionábamos la figura del líder. Ironizamos la figura de Marcos también, porque lo queremos, igual que al Che. Pero no queremos matarlos.

Con el Errorismo sucedió algo parecido, pero más enfocado hacia el campo de la lucha armada. Por un lado, planteamos esta crítica a la imagen del poder, pedimos muchos líderes, muchos dirigentes, muchos Marcos, no uno. Pero, por el otro, seguimos hablando de que hay que cambiar el mundo, de que hay que construir otra sociedad. Nosotros somos bisagra de un tiempo de crisis. Después de la caída del Muro de Berlín, todo lo que había quedado de esas luchas políticas parecía viejo y sin sentido, y se lo empezó a criticar y vaciar. Nosotros siempre defendemos la existencia de los partidos políticos. Que haya muchos plantea que la sociedad está viva, que hay diferentes posiciones de pensamiento. Sí nos damos cuenta de que hay división de clases, concentración de capitales transnacionales, explotación, etc., entonces esas bases anarquistas o marxistas las retomamos y reelaboramos. Pero tenemos el derecho de reírnos de ellas también.

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