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Arte & Espacio Social
Internacional Errorista: La revolución por la vía de los afectos. Parte 2
Santiago Garcí­a Navarro




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LG: Cuando empezamos a militar a fines de los 90, para muchos en Latinoamérica ser militante de izquierda era ser un aburrido, un estúpido, un ñoño. Para nosotros no era así: fumábamos porro, hacíamos fiestas, bailábamos tecno, y construimos muchos espacios, y estábamos unidos. Después, poco a poco, se fue abriendo el campo, y mucha gente entró, vino y se fue. Nosotros sentíamos que parte de nuestro rol era generar esa autocrítica para atraer a otros. La estrategia que hay que seguir, decíamos, es no abandonar las banderas, los panfletos, el megáfono, la figura del líder, pero las vamos a cuestionar. Y la mejor forma de cuestionarlas es utilizarlas, pero revirtiéndolas. El problema era la seriedad, la solemnidad, la monumentalidad que tenían los viejos discursos. Nosotros incluso reivindicamos el surrealismo, así que jamás podríamos generar una idea del pobre o del obrero como lo hacía el realismo socialista. Reivindicamos muchas cosas de la vieja política, para una construcción hacia delante, porque ya sabemos que hubo un fracaso.

SGN: Después de un fracaso como al que aludís, los términos "militancia" y "revolución" o se redefinen o se abandonan. En la práctica de ustedes, ni hay cuadros militantes ni están armando una revolución al estilo setentista. Hay un recurso paródico que desmonta esas figuras tradicionales. El aspecto afirmativo, ¿cómo lo podrían definir?

FZ: El sujeto militante es básico para nosotros. La base de una actitud militante es, primero, el compromiso con la causa, segundo, la solidaridad, tercero, valorar al compañero como a vos mismo, porque estás luchando por una salida colectiva, cuarto, la coherencia, quinto, pelear por un cambio a gran escala, no solamente en la micro escala. Nosotros militamos, por ejemplo, cada vez que damos una entrevista, porque intentamos involucrar a la persona con la que hablamos, para que esa persona continúe con la cadena. Antes éramos súper rígidos en la organización, siguiendo el modelo de otro contexto mundial, como era el de los 70.

LG: La primera instancia de militancia de Etcétera fue con H.I.J.O.S. Cuando nos dimos cuenta de que el agenciarnos con organizaciones sociales nos generaba, en términos de militancia artística, sofrenar ciertos aspectos de nuestro desarrollo para respetar la lógica de una organización, nos dimos cuenta también de que el campo de militancia que teníamos que tener era el de la investigación militante y artística, con nuestra propia elaboración de los puntos que nosotros pensamos que llevan hacia la liberación del ser humano. El campo que nos ha interesado como militancia -porque creemos que es un campo que está muy abandonado-, es el campo del arte, porque lo que termina ocurriendo es que la mayor parte de los militantes que adoptan una conciencia política, la militancia la hacen en terrenos culturales que están fuera del espacio elitista, hegemónico y cerrado del arte. A nosotros nos interesa ocupar esos espacios como única forma de potenciar la contracultura, de crear cultura.

SGN: ¿No es incoherente para un errorista establecer la coherencia como un valor?

FZ: Para el Errorismo no todo error es errorista. El segundo punto del manifiesto dice que el error errorista es el error en el cual el errorista es consciente de la inconciencia del errar. Y de esa manera actúa y vive. Es decir, no provocamos el error. El error está presente siempre en la realidad. Cuando hablé de coherencia, yo me refería a que uno conserva una línea, es auténtico con lo que dice, no sigue modas. La coherencia de un errorista sería tener esa conciencia de que el poema se escribe solo. Se asemeja mucho a las experiencias de Dadá, al automatismo psíquico, y es un poco zen también. La lucha del errorismo consiste en liberar a la gente de la idea de que el error es negativo, cuando en realidad es lo que va trazando el mapa de la vida. Cuando uno es errorista, es consciente de que el error está pasando en el presente, y entonces no se hace malasangre, sino que lo vive con una dinámica nueva. Un errorista coherente, cuando se le presenta una situación de error, la toma con naturalidad y la hace siempre.

SGN: Entonces el error no sería el hecho de que una cosa salga de otra manera de la que se pensaba, que haya falla. En ese punto es ir más allá de la idea de error. Es negar el error, es dejarse llevar por el devenir de la vida y operar desde ahí, y no desde un plan previo.

FZ: Exacto.

SGN: Perfecto. Entonces ahí hay una postulación que se da de patadas con la idea clásica de revolución y con la idea clásica de militante. Siendo muy coherentes con el Errorismo, ¿no sería interesante profundizar el cuestionamiento del concepto de militancia y el de revolución? Porque evidentemente ustedes no están agitando un movimiento de masas, son unos locos pelados que están en la calle. Ya es otra la idea de relación entre las personas. Probablemente lo más fuerte del concepto de revolución en sentido tradicional es que el presente se lee -se vive- desde el futuro. Por tanto, el presente es mucho más chato que el futuro por venir, que es donde nos imaginamos viviendo. Esa progresión teleológica ahora se desarma, lo quiera uno o no. Insisto entonces, ¿qué están diciendo cuando dicen "revolución"?

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