Fecha de la entrevista: 01/12/2004
Lugar: E.U.A.
Tema: Entrevista a Sandra de la Loza
Entrevistador: Jennifer Flores Sternad
LatinArt: ¿De qué manera se relaciona su identificación como chicana con su obra?
Sandra de la Loza: Considero que mi obra forma parte de una conversación más amplia, aquella que comenzó con las primeras generaciones de artistas chicanos. No rehago aquello que han realizado las generaciones anteriores, pero creo que algunas de las cuestiones iniciales que se postularon siguen siendo significativas y que apenas estamos comenzando a explorarlas. También comprendo la importancia de aquello que se realizó en un contexto histórico determinado. Me he beneficiado efectivamente con la obra de esa primera generación. Me ha dado un cierto grado de libertad, estoy en condiciones de profundizar y de comenzar a abordar cuestiones que las generaciones anteriores no abordaron y a buscar nuevas estrategias. Ellos tuvieron una inmensa responsabilidad porque fueron la primera generación. Es importante analizar la historia de los "méxico-estadounidenses" a partir de la ocupación de territorio mexicano por parte de Estados Unidos, esa historia colonialista, y la identidad que surgió a partir de ella, que en la actualidad se denomina identidad chicana: hemos tenido una historia muy larga de representaciones racistas en la cultura dominante, una verdadera negación de la identidad cultural mexicana. Por ello, obviamente la primera generación debió abordar ese tema. Ellos se esforzaron por desarrollar nuevas formas de representación para contrarrestar imágenes simplistas, negativas y racistas y buscaron una iconografía más adecuada para representar nuestra experiencia. En efecto, fue un proyecto y un intento muy audaz y concuerdo en que no carece de problemas. Entre los artistas más jóvenes abundan las voces críticas hacia la generación mayor, pero no estoy de acuerdo con las críticas cuando promueven una polarización. Una de las críticas mas frecuentes es que se está creando una nueva ideología que es también estereotipada y simplista, o se cuestiona si una iconografía puede encapsular la totalidad de nuestra experiencia. Muchos de los artistas más jóvenes abordan la heterogeneidad y la diversidad de la "experiencia chicana". Sin embargo, esas ideas de resistencia, de la propia definición fuera de la identidad individual y de una conciencia con mayor carácter colectivo son parte indisoluble de mi obra.
LatinArt: Usted ha mencionado dos enfoques: el uso del arte para poner en tela de juicio representaciones específicas mediante la creación de nuevas representaciones o el cuestionamiento de la premisa que señala la posibilidad o la obligación del arte para representar a un grupo. Estas cuestiones me llevan a pensar acerca de su trabajo con siluetas. Usted comenzó con viejas fotografías familiares, con imágenes de individuos específicos. Al transformar las imágenes de sus cuerpos en siluetas, ha suprimido algunas de las señales visuales respecto de la identidad de estas personas. Sin embargo, como resultado, otras características han adquirido mayor relevancia. Por ejemplo, se han suprimido sus ropas y sus caras, pero sus actitudes se tornan notablemente evocadoras.
Sandra de la Loza: En la serie en que trabajo con fotos familiares abordo absolutamente el concepto de representación en su totalidad. Abordo arquetipos, con especial atención en aspectos específicos de mi propio entorno social: como chicana perteneciente a la clase trabajadora que creció en Los Angeles, cuyos padres nacieron y se formaron en Los Angeles y como participe de un determinado momento histórico. Estaba realmente interesada en conocer mi historia familiar y en desarrollar ideas más amplias acerca de colonización y racismo y nociones hegemónicas de raza, familia, género y el modo en que comenzamos a internalizar esas nociones. Mis padres crecieron en una época en que los mexicanos no podían vivir en determinadas áreas de la ciudad, en que se les imponía castigo físico en las escuelas cuando hablaban en español. Tengo plena conciencia del modo en que internalizaron todo eso y aprendieron que su mexicanidad era algo que debían eliminar y de qué modo nos transmitieron esas nociones a mis hermanos y a mí. Me interesaban las fotos familiares y la manera en que construimos nuestra propia imagen debido a la naturaleza de la fotografía: es democrática en el sentido de que es accesible, no es costosa y, por ello, durante el siglo veinte se convirtió en uno de los principales medios para que las masas crearan su imagen. Me interesaban la televisión y Hollywood y todos los arquetipos que se crearon durante esa época acerca de aquello que supuestamente era una familia y la manera en que llegamos a imitar esas imágenes. Obtuve muchas de mis imágenes a partir de fotografías tomadas durante la década de los años cincuenta y principios de los sesenta. Ahora bien, si aplicamos una perspectiva histórica, comprendemos que la estética de los años cincuenta - el optimismo, los automóviles enormes, los nuevos centros deportivos y todo ese aspecto extremadamente prolijo y prístino similar a la comedia televisiva familiar "Leave it to Beaver"- era una tremenda fachada y una tremenda mentira y que fuera de sus límites ocurrían muchísimas otras cosas. Tengo plena conciencia de ello en el nivel personal, no sólo con respecto a mi familia sino en sentido más amplio, a través de la comunidad en la que crecí y de la sociedad en general.
Considero que el racismo es una forma de violencia y creo que nuestro sistema económico en su totalidad, el capitalismo, se basa en un determinado grado de violencia hacia los trabajadores, una violencia que se internaliza y manifiesta algunas veces a través de medios en extremo autodestructivos como la drogadicción o psicológicamente mediante juegos de poder extravagantes y enfermos en el hogar y en las relaciones familiares. En cierto nivel, tengo plena conciencia del modo en que se manifestaba en mi propia familia, pero también me interesa esa fachada en general y la manera en que la veremos desenvolverse más tarde durante las décadas de los sesenta y setenta. De modo que me interesaban los arquetipos -cómo se supone que debe ser una madre, cómo se supone que debe ser un padre, todos esos roles- como medio para encontrar formas de representar el ser, de crear posibilidades más abiertas para la identidad y también como medio para expresarme acerca de la identidad chicana en términos más complejos.
LatinArt: Esas imágenes no resultan ajenas porque inmediatamente las reconocemos como fotografías familiares, pero, debido a que se han suprimido las características identificatorias, las convenciones de la fotografía familiar como medio adquieren mayor notoriedad. Se desnaturalizan esas convenciones. También se desnaturalizan las poses que la fotografía solicita y se tornan visibles en su carácter de poses.
Sandra de la Loza: Creo que mi obra plantea interrogantes acerca de la representación y acerca de los problemas inherentes a la representación. Por una parte, cuestiona la representación al deconstruir la fotografía, pero por otra, coexiste un intento de representación. Sin embargo, intento destacar que se trata de un proceso, que en realidad nunca se lo llega a resolver.
LatinArt: Las siluetas postulan una cierta tensión entre lo específico y lo arquetípico. Se manifiesta la particularidad de la foto como indicio, pero también puede significar una época o un lugar en su conjunto...
Sandra de la Loza: Existe un volumen de información acerca de un determinado lugar histórico y creo que un gran número de personas - no solamente los chicanos- se sienten identificados en determinados niveles, porque se refiere a la familia, a una determinada época, a la arquitectura, al significado de la arquitectura, al significado de los automóviles y el diseño. Incorporo diversas texturas a esas siluetas y la mayoría de ellas son propias de Los Angeles. Por ello, hay una alusión a su pertenencia al Sur de California, pero, al mismo tiempo, no es inherente al hecho de ser californiano del sur. Ni siquiera es inherente a ser chicano o mexicano, pero de todas formas logro concretar esas lecturas.
LatinArt: ¿ Cuál es a su entender la importancia del arte creado por artistas chicanos/chicanas en la actualidad?
Sandra de la Loza: En cierto sentido, si consideramos la totalidad del discurso de la Diáspora que ha adquirido verdadera relevancia durante la última década, tenemos mucho para aportar a ese debate. Nuestra condición de expatriados constituye una parte importante de nuestra experiencia y es significativa cuando piensas en la manera en que creamos una identidad y una lengua desde un lugar de desajuste mientras se atacaba a nuestra lengua y nuestra cultura. También tiene verdadera importancia porque fue un desarrollo de origen popular que efectivamente nació fuera del mundo del arte y creo que es realmente significativo si consideramos la historización del arte, porque mucho de aquello que constituye la vanguardia es algo que supuestamente cuestiona al "establecimiento". Creo que el arte chicano es importante porque es una de las pocas formas que efectivamente surgió fuera de ese mundo y también por sus raíces obreras. Creo que es realmente original y realmente significativo y que no se le otorga la importancia que merece.
LatinArt: Tanto dentro del discurso sobre el arte de vanguardia como sobre el arte chicano, aparece la cuestión del potencial que posee el arte para promover el cambio social. ¿Cuál es su actitud acerca de esa posibilidad?
Sandra de la Loza: Creo que demasiadas personas piensan en el cambio social como algo más inmediato. No, no creo que el arte vaya a evitar que Estados Unidos bombardee Irak. No, no lo creo. Los murales de Siqueiros iban a promover el levantamiento de la clase obrera y el derrocamiento de la sociedad burguesa. Me parece que no es más que una simplificación del significado del cambio social. Creo que el cambio social se produce mediante pequeños avances; el impacto de un acto, de un poema, de un discurso sólo podrá evaluarse quizá una, dos, tres generaciones más tarde. Al recordar a algunos de mis maestros y a algunas de las personas que más me han influenciado y sus acciones, advierto que crearon su propio espacio. Lograron expresar con precisión una experiencia que hasta ese momento no se había manifestado y, al hacerlo, por el solo hecho de darle un nombre crearon un espacio que antes no existía. Eso es especialmente válido si considero aquello que produjo el mayor impacto inmediato en mí: las feministas de color, especialmente las feministas chicanas. Ellas fueron la primera generación que asumió una actitud crítica frente al nacionalismo chicano, frente al feminismo blanco, frente a la homofobia, y encontraron una voz propia y expresaron con precisión quienes eran, crearon algo que ha permitido a la generación siguiente contar con un espacio que ya existe para ella. Y sí, la totalidad de lo que ocurre en el mundo parece abrumador, pero creo que esos actos adquieren verdadera importancia en el largo plazo.
LatinArt: ¿Reconoce la influencia del feminismo de las mujeres de color en su obra incluso en la actualidad?
Sandra de la Loza: Absolutamente. No creo haber expresado abiertamente: "Quiero crear arte chicano feminista", pero experimento la intersección de todos estos diferentes niveles de identidad... Lo he integrado en aquello que soy, en mi sensibilidad y en mi modo de vida, por ello se incorpora a mi obra. Pero no creo que sea necesario concientizar la manera en que ingresa en mi obra.
LatinArt: ¿Podría contarme algo más acerca de su arte guerrillero?
Sandra de la Loza: He creado una falsa sociedad histórica denominada Sociedad de Investigación Pocho. En ese proyecto abordo la historia y aquello que se recuerda y que no se recuerda y a quién recuerda la historia y a quién no, según atestiguan los monumentos públicos. Realicé placas históricas que honran diferentes momentos de la historia en Los Angeles que se han suprimido y las confeccioné y coloqué en espacios públicos.
Los monumentos representan la materialización de la historia del ganador, del colonizador. En Los Angeles, la historia mexicana es parte integral de este ámbito y, sin embargo, no se la reconoce. No tenemos un museo; no tenemos instituciones que honren nuestra presencia histórica y nuestra experiencia. Por ello, nuestra memoria ha sobrevivido de manera muy similar al accionar guerrillero o mediante la historia del arte o mediante canciones, cultura o mediante el activismo, tal como el de aquellos académicos chicanos. Esa primera generación estaba integrada en su totalidad por activistas, fue una verdadera batalla política lograr que se escribieran esas historias, lograr que se reconociera la validez de esa experiencia.
LatinArt: Los diferentes medios que usted utiliza pueden presuponer diferentes públicos o estilos de acceso a la obra. ¿De qué manera esta cuestión de las posibilidades de acceso da cuenta de su obra?
Sandra de la Loza: Soy muy afortunada porque creo que tengo opciones que las generaciones anteriores no tenían. En tal sentido, he participado de numerosas muestras de galerías y un par de exposiciones en museos. Eso es bueno, pero ¿quién va a ver esas exposiciones? El proceso de crear obras para esas muestras es verdaderamente muy útil, pero en particular no deseo existir únicamente en galerías y museos. Quiero despertar interés en personas que se encuentran fuera de esos ámbitos y me gusta esa dinámica. Para mí, probablemente lo más importante, al margen de la recompensa que obtengo del proceso en sí, es el diálogo. Me parece grandioso cuando el arte ingresa en espacios que carecen de contención, cuando no es seguro, cuando fuerzas las cosas y se lo coloca en lugares donde las personas pueden tropezar con algo inesperadamente, por ese motivo me gusta el arte guerrillero: el concepto total de ponerlo en la esfera pública sin tener idea de lo que va a ocurrir. No es nada nuevo, pero la investigación en profundidad de ningún modo se ha agotado. Es algo que verdaderamente deseo explorar y continuar haciendo.
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