Wí¼rttembergischer Kunstverein,
30/05/2009 - 02/07/2009
Stuttgart, Germany
Prí¡cticas Subversivas
por Sol Henaro
En empatía teórica con VRM, Prácticas subversivas, arte bajo condiciones de represión política concreta bajo formato expositivo las investigaciones realizadas durante los dos años de trabajo convocados por Iris Dressler y Hans D. Christ, directores de Württembergischer Kunstverein de Stuttgart (WKV). Las nueve co-curadurías que vertebran la exposición son “Cuerpos políticos: territorios en conflicto” (Fernando Davis); “Imágenes Progresivas. Arte en Chile bajo la dictadura, 1973-1990” (Ramón Castillo y Paulina Varas), Alternative networks (Cristina Freire), “Acciones colectivas: viajes fuera de la ciudad, 1976-2009” (Sabine Hí¤nsgen), “Pasajes a contracorriente. Tácticas disidentes en el arte peruano, 1968-1992” (Miguel López y Emilio Tarazona), “Entre los límites. Escapando en el concepto” (Ileana Pintile Teleaga), “Un acercamiento a la confluencia entre arte, arquitectura y diseño en Catalunya” (Valentín Roma y Daniel García Andujar), “Mañana es evidencia!” (Annamária Szoke y Miklós Peternák) y “Jugando con el sistema. Estrategias artísticas en la RDA de 1970 a1990” (Anne Thurmann-Jajes).
Los curadores reunieron obras y documentos heterogéneos procedentes de países que vivieron bajo regimenes autoritarios (dictadura y régimen comunista) entre la década de los sesenta y ochenta en el Sur de América Latina, España y Europa del Este. Las producciones que constituyen la muestra mantienen una relación directa con las prácticas conceptuales que eligen como territorio/herramienta el cuerpo, el lenguaje, el arte postal, el arte público, el performance y el «antiperformance» (Perjovschi) así como las estrategias de propaganda como el esténcil, las mantas o los afiches. Países y contextos distintos que comparten el haber vivido periodos de represión en los que hacer, decir o manifestar la voz disidente colocaba al sujeto en una posición de peligro, un reto que llevó a muchos a pensar acciones y modos estratégicos de comunicación para resistir los permanentes aparatos de represión. Precisamente el arte correo (presente en varias de las co-curadurías) fue una de las prácticas más profusas pues ante la dificultad general para viajar, comunicarse y circular la producción abiertamente, el servicio postal permitía una coyuntura de comunicación y libertad que muchas veces los cuerpos no tenían. El arte correo como dispositivo subversivo.
Como la mayoría de estas producciones se realizaban al margen de la producción oficial, permanecieron “exentas” de los circuitos de visibilidad general del momento, situación que los llevó a activar espacios de exhibición no convencionales como asociaciones culturales, sus propias casas y estudios (como en muchos de los casos de los artistas de Rumania, como Ion Grigorescu o Dan Perjovschi o el argentino Carlos Ginzburg), el espacio público (el argentino Horacio Zabala, el portugués Artur Barrio, el uruguayo Clemente Padín) o bien el arte correo y los vínculos con universidades (como sucedió en Brasil con el papel preponderante del Museu de Arte Contemporí£nea de la Universidade de Sí£o Paulo y en Hungría con la Universidad de Bellas Artes de Budapest). El cuerpo también funcionó para algunos como territorio de geografías simbólicas (6) (Ileana Pintilie) como puede observarse en la obra Romania (1993) y Removing Romania (2003) de Dan Perjovschi en la que decide tatuarse el nombre de su país (algo que otros preferían obviar para evitar tratos de identificación/xenofobia) y que se borraría con láser diez años después. También en las fotografías Sequela (1974) del brasileño Fernando Franí§a, donde aparece primero un antebrazo sujetado por un lazo y después, la huella que dejó éste sobre la piel… evocaciones de marcas sobre los cuerpos que en el imaginario - "y más aún en este contexto- es difícil no asociar con los efectos visibles de un cuerpo torturado.
El arte irrumpe aquí como un espacio político de denuncia y redefinición (López/Tarazona) por lo que muchas producciones lindan con el ejercicio directo de la protesta. Por el derecho a la vida (1985) es un registro videográfico (mostrado por primera vez en Prácticas Subversivas) de la instalación colectiva de los peruanos Lucy Angulo, Hugo Salazar del Alcázar, Jesús Ruíz Durand, Mario Pozzi-Escott y Leslie Lee en la galería pública de Miraflores (Lima) en la cuál los artistas señalaban los continuos atropellos a los derechos humanos. El video muestra no tanto la instalación colectiva sino los testimonios de artistas y público asistente cuyo pronunciamiento puede resumirse al siguiente: “La violencia nunca puede tener como respuesta la indiferencia”. (7) Este sacudir la amnesia y quietud por medio de las producciones artísticas también está presente en varias de las acciones del colectivo chileno CADA (Colectivo de Acciones de Arte) como en “NO +” (1983) un anti eslogan inconcluso que se diseminó en varias ciudades de Chile y que se apropiaban las personas para completar pronunciamientos antidictatoriales y antiviolencia sobre los muros públicos o en mantas suspendidas desde los inmuebles.
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