Apexart,
11/10/2003 - 08/11/2003
New York, NY, USA
To be political it has to look nice en Apex Art, Nueva York
por Raúl Zamudio
Incluso el gesto poético de ubicar la obra cabeza abajo no estuvo privado de ironía involuntaria porque de ese modo la pieza flotaba literal y figuradamente fuera del alcance de la exposición. Sólo era posible conjeturar si esta obra era "política" o si se la había elegido por alguna otra insondable razón. Un artista que estuvo literalmente en sintonía con la muestra fue Stefan Brüggeman y probablemente sea así porque su obra fue también el titulo de la exposición. To be political it has to look nice consiste en un texto que proclama el título convertido en una escultura de neón, cuya ostensiblemente hermética calidad me remitió figurativamente a otra de las obras de Brüggeman: Looks Conceptual (Se parece conceptual). Había numerosas obras que despertaban interés y que incluían piezas de El Vicio, Ediciones El Chino, Sebastián Ramírez y Galería Chilena. La conclusión obvia que podía extraerse es que estos artistas notablemente interesantes se encontraban a merced del excesivamente poroso marco del evento, porque al incluir obras tan dispares que carecían de vínculo temático alguno, parecía que era posible exponer cualquier cosa en tanto "tuviera apariencia política", que en el caso de la exposición era algo puramente subjetivo. Había algunas observaciones interesantes en el folleto cuyo ingenioso formato le otorgaba carácter de manifiesto o proclama.
En el "manifiesto" resulta especialmente mordaz el análisis del "Nuevo exotismo". Esta sección del ensayo incluido en el folleto ocupó a curadores que transforman a México D.F. en un fetiche al destacar su violencia, actividad delictiva y otros aspectos similares. Sin embargo, en esta misma sección encontramos exhortaciones tales como "¿Es el Che la respuesta para América Latina?", "¿Es el Chávez la respuesta para América Latina?" y "¿Es el Chavo la respuesta para América Latina?". Esta clase de proclamas destacan el modo en que los iconos nativos pueden producir generalizaciones culturales involuntarias fuera de América Latina, si bien exposiciones como esta, que intentan combatir estereotipos con estereotipos, son propensas a reiterarlos también en el nivel interno. En tanto las políticas y "estereotipos" de identidad como temática en la década de 1980 han avanzado hacia discursos intelectualmente mas densos en torno de los marcos post-identidad, exposiciones similares a To be political it has to look nice requieren contextos más rigurosos para no aparecer como doctrinarias y tal proceder implica reiterar un estereotipo acerca de las exposiciones políticas en general y en esta exposición en particular respecto de los artistas sudamericanos. Ello me recuerda una anécdota acerca de la exposición Latin American Artists of the Twentieth-Century (Artistas latinoamericanos del siglo XX) que se presentó en el Museo de Arte Moderno durante la década de 1990. Un amigo que trabajaba en el departamento de eventos me contó que se encontraban ante un dilema cultural con respecto a qué servir a los invitados a medida que se aproximaba la fecha de inauguración. En el MOMA llegaron a la conclusión de que los latinoamericanos prefieren cosas como tamales, frijoles, "taquitos", tortillas y guacamole, y que les gusta beber ron mezclado con jugo de frutas Goya. No hay nada intrínsecamente incorrecto en ninguna de estas comidas ni tampoco en el hecho de trabajar con estereotipos. Pero resulta un tanto torpe servir un estereotipo temático al sofisticado público de arte en nuestros días; si lo hacemos, será preferible en un nivel complejo tanto formal como conceptualmente similar a Kara Walker, en caso contrario, corremos el riesgo de transformarnos en estereotipo.
Del mismo modo que Adorno señalaba la conversión capitalista del museo en mausoleo y la neutralización del arte por medio de la industria cultural, es probable que To be political it has to look nice pueda conjugarse adecuadamente con todo aquello sobre lo cual tuvo intención de incidir políticamente. Mediante una autoparodia no intencionada y ocasionales trucos colaterales, su capacidad crítica resultó escasa y lo único que se podría decir al respecto es que intentó aparecer como un hecho político en lugar de serlo. En otros términos, el evento resultó verdaderamente "nice".
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