exposición presente
Acciones, Conversaciones e Intersecciones
Barnsdall Arts Center ,
24/01/2010 - 18/04/2010
Los Angeles, CA, USA
Acciones, Conversaciones e Intersecciones
por Rodrigo Marti
La exhibición “mini sondeo” de arte participativo basado en Los íngeles, Actions, Conversations and Intersections (Acciones, Conversaciones e Intersecciones), organizada por los curadores Edith Abeyta y Michael Lewis Miller diferenció entre dos tipos de obra: las que se crearon con anterioridad a la exposición, ubicadas en lo que Lewis Miller nombró la zona histórica, y las que surgieron en el transcurso de la residencia de tres meses de la exhibición, la zona de “acciones”. Dicha exposición, concluida el 18 de abril 2010, es la cuarta y la más compleja de Miller relacionada con proyectos participativos. La primera se llevó a cabo hace más de una década, y en la actualidad la muestra se ha convertido en un programa repleto de eventos y actividades con una amplia gama de proyectos de artistas y no artistas. Aparte de una escueta declaración curatorial en su sitio web -cuyo contenido es principalmente para fines de archivo-, el enfoque de la exposición en la participación activa se logró por medio de una ligera presencia didáctica. La única declaración formal que describe la muestra aparece en un volante: “Un intercambio dinámico performativo que borra las fronteras entre el público, los artistas y los productores culturales. Le invitamos a conocer nuestros nuevos proyectos interactivos y participativos y más, cada fin de semana.”
Se integró adecuadamente un homenaje a Allan Kaprow (el progenitor de los “happenings”) y a su insistencia en mantener los parámetros entre “el arte y la vida lo más fluidos e indistintos posible” (Scout 2010, 1). El muro de entrada a la exposición daba la bienvenida a los visitantes con un itinerario de las “acciones” programadas para la muestra, y los eventos de cada día figuraban en fichas que el público podía llevar a casa como recordatorios. Aunque varios de los proyectos instalados o “históricos” funcionaron bien, fue la zona de “acciones” la que distinguió a Actions, Conversations and Intersections (A.C.&I.) de la experiencia en una galería tradicional o estándar. Aunque algunos de los proyectos presentaban propuestas meramente neutras o agradables, los que más acapararon la atención fueron aquellos con grandes ambiciones participativas y colaborativas que abarcaban varias disciplinas y ámbitos sociales. De la misma manera, la programación dirigida a la activación y participación de diversas comunidades, sobre todo los eventos que tuvieron lugar en los barrios aledaños de Hollywood, fue la que le dio a la exhibición la vitalidad necesaria para borrar límites y crear nuevas intersecciones dentro del arte. Se podría decir que un subtexto adecuado para la muestra sería: “el contexto del arte como espacio para promover un sentido de comunalidad y comunidad”.
Se dieron tres tipos principales de borramientos en la exhibición: entre el arte y el público, entre los parámetros de galería dentro y fuera de la exhibición, y entre artista y no artista. Tuve la oportunidad de participar en varias de las “acciones” durante los tres meses que duró la exhibición. Ojeé los puestos de la segunda Feria Anarquista Anual de Libros; me uní a un grupo de 7 ciclistas encabezados por el grupo Bikehaus para hacer un recorrido arquitectónico de Laurel Canyon y Mulholland Drive, en el distrito de Hollywood Hills, donde despejamos la mente y al mismo tiempo la llenamos con la singular historia arquitectónica de Los íngeles; me encontré disfrutando el entusiasmo y la energía nerviosa de los baladistas amateurs que se unieron al evento del grupo “Pedestal and the All-Girl-Band”, Karaoke Mixtape: the prologue. Finalicé con la intervención sorprendentemente agradable, así como catártica, de James Balsam titulada Safety is on the Shore (La seguridad está en la orilla del mar), acción que transformó la sala de proyección de la exposición -que normalmente proyectaba videos de los LA Urban Rangers, Fallen Fruit y otros- en un cuarto oscuro débilmente iluminado, donde una persona disfrazada de policía les informaba a los asistentes de la existencia de una sencilla regla: al estar en el cuarto oscuro todos debían hacer ruido continuamente. En una noche en particular llegaron personas de todas partes de la ciudad para ver obras de figuras ajenas al mundo del arte como Noam Chomsky, Emma Goldman, Pierre Koenig o John Lautner, mientras sonaban canciones de The Cure mezcladas con Outkast. La blancura prístina de la galería se vio interrumpida a cada rato por la cálida y desordenada concurrencia, y el evento a ratos parecía una celebración.