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Pablo Cardoso: Abismo-Desierto-Mar


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Desert by  Pablo        Cardoso


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Desert by  Pablo        Cardoso


Sea by  Pablo        Cardoso


Sea by  Pablo        Cardoso





Sea by  Pablo        Cardoso

DPM Gallery,
11/11/2006 - 11/12/2006
Guayaquil-Miami, Ecuador

Instrucciones de viaje*
por Cristóbal Zapata

Si Coordenadas va de la natura a la cultura, del paisaje a su fantasma, Sábanas hace el camino inverso, va del fantasma al paisaje, pues plegada, plisada, la pieza textil, manufacturada, suscita en el espectador un sinnúmero de asociaciones orográficas y topográficas tan diversas como opuestas: olas, dunas, desiertos, estepas, sabanas. Frente al repliegue de la naturaleza, desde la intimidad del lecho, Cardoso dibuja un pliegue que la evoca y devuelve en su integridad ontológica.

Y la genealogía de ese pliegue, según lo ha visto Deleuze, está en el barroco, cuyo rasgo característico "es el pliegue hasta el infinito", actuando "según dos direcciones, según dos infinitos, como si el infinito tuviera dos pisos: los repliegues de la materia y los pliegues en el alma".(4) Recordemos, para no fatigar ejemplos, el cuidadoso trabajo sobre los hábitos de los monjes en Zurbarán o la exacerbación de curvas y retorcimientos en la túnica de la Santa Teresa de Bernini. Las sábanas de Cardoso –sudarios seculares, lienzos profanos– pliegan a esta sensualidad morbosa y suntuosa, son herederas de esas torsiones y tensiones que atraviesan el espíritu del barroco, como de ese programado efecto escénico y lumínico que orienta la pintura, la escultura y la arquitectura de la época. Es precisamente para acentuar ese efecto dramático que estas mantas han sido fotografiadas a contraluz –equivalente del claroscuro y las penumbras barrocas– confiriendo a las pinturas por un lado esa atmósfera vespertina, y por otro, perfilando la resolución de los contornos, su volumen escultórico. Y es también en el contexto del imaginario, o del pathos barroco, donde los invertebrados que las recorren adquieren un primer significado, como alegoría moral o vanitas, como metáforas de la caducidad y la muerte; el tema del memento mori que Cardoso frecuentará una y otra vez. Las sábanas, cómo no, también pueden convertirse en mortajas.

3. Road-pictures

El penúltimo trabajo de Cardoso, realizado durante este año, es la trilogía Abismo- Desierto-Mar, viajes que parten desde su casa hacia tres puntos cercanos en cuyo trayecto el paisaje cambia poco a poco hasta transformarse drásticamente. Curiosamente, ciertos cuadros recuerden los paisajes abisales y melancólicos de la pintura romántica, particularmente algunos acantilados y vistas marinas de Caspar David Friedrich. No es casual: el artista romántico es el primero en experimentar la profunda escisión entre el hombre y la naturaleza, brecha que tras la modernidad se ampliará hasta expulsar a la naturaleza de su imaginario. Ahora bien, mientras el pintor romántico proyecta en la pintura de una montaña o un atardecer estados de su subjetividad, en Cardoso, al contrario, es la infinitud de estos espacios lo que despierta el sentimiento de la finitud, de nuestro vacío y precariedad esenciales. Estos lugares donde nada ocurre o nada parece ocurrir, devienen sitios propicios para que sucedan las revelaciones metafísicas. En estos paisajes de la otredad dialogamos con lo otro: el vacío, la muerte.

Es posible establecer una analogía entre esta trilogía y el género cinematográfico del road-movie, películas plagadas de acontecimientos narrativos, donde los personajes viven una serie de aventuras. A diferencia de estas, en las road-pictures de Cardoso –para arriesgar un neologismo– todas las aventuras son interiores, son los avatares de la mirada fascinada con las mutaciones del paisaje, con las mudas de atmósferas y climas, pero también las tribulaciones de la conciencia que reflexiona sobre el flujo ininterrumpido de la vida.

Por ahora el itinerario artístico de Cardoso termina en la serie FF (nomenclatura de Fast Forward, la opción del control remoto en los equipos de video para adelantar las secuencias). La obra está conformada por cuatro secuencias de ocho "cuadros" cada una (uso el termino "cuadros" en sentido pictórico y cinematográfico) correspondientes a cuatro personajes. Lo que vemos siempre son figuras corriendo, desenfocadas, y como tales irreconocibles, anónimas. No sólo que cada cuadro está tratado como un fotograma, sino que la disposición perpendicular de la secuencia recuerda las cámaras de cine donde la película pasa verticalmente. Diríamos que estas obras tienen que ver con las travesías en la medida en que se derivan de ellas, pero a diferencia de aquellas, no suponen la idea de traslado de un punto a otro, pues sus actores van de cualquier lado a cualquier parte, o a ninguna.

Cada corredor importa una historia y pareciera hallarse en una situación límite. De allí el uso deliberado de los contrapicados, planos recurrentes en el cine expresionista para acentuar el drama y tensión del actante, el suspenso de la escena. Al retratar a sus personajes en el acto de correr, además de la pregunta por su identidad, el artista activa en el espectador múltiples interrogaciones: porqué, para qué, hacia dónde, subrayando el misterio y la dimensión narrativa de su propuesta. Más allá de lo que puedan metaforizar los corredores (la fugacidad del tiempo, la velocidad de la vida contemporánea), aquí el artista tensa nuevamente los lindes entre documento y ficción.

Con este último ciclo, Cardoso cierra un círculo de extraordinaria coherencia: del still-life al film-still, del bodegón al fotograma. Pensando el tiempo, su obra ha ido del tiempo inmovilizado en el instante –que fundamenta la naturaleza muerta–, al tiempo en movimiento del cine. Dos maneras radicalmente opuestas de visualizar y experimentar el tiempo, de entenderlo y comprenderlo; pero también de asirlo y capturarlo: los grandes móviles de su infatigable viaje.

Cuenca, agosto 18, 2006.

-Cristóbal Zapata
Curador, crítico de arte, crítico de cine y poeta. Reside y trabaja en Cuenca, Ecuador.

Bibliografía:

(1) Craig Owens, "El impulso alegórico contribuciones a una teoría de la posmodernidad" en Arte después de la modernidad, Nuevos planteamientos en torno a la representación, Brian Wallis ed., Akal, Madrid, 2001, p. 207.
(2) G.K. Chesterton, "Robert Browning", en Obras completas, Plaza & Janés, Barcelona, 1962, p. 137.
(3) Eugenio DíOrs, Lo Barroco, Tecnos, Madrid, 1993, p. 29.
(4) Gilles Deleuze, El pliegue. Leibniz y el Barroco, Paidós, Barcelona, 1989, p. 11.

*Texto publicado en el catálogo de la exhibición. Cortesía Pablo Cardoso y dpm gallery.

Link: dpm gallery

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