El Museo del Barrio,
25/07/2007 - 06/01/2008
New York, NY, USA
La Bienal de El Museo: The (S) Files 2007
por Aldo Sánchez
Otro componente de los S Files es la parte de video, esta vez integrada por dos obras: Las memorias de Salmo Trutta, de Cayetana Carrión (Lima, 1969) y Camila Valdeavellano (Lima, 1973); y Dos Maÿas, de Gisela Sanders (Ciudad de México, 1972). No sólo es curioso que la sección de video esté formada únicamente por dos trabajos curatorialmente incompatibles, sino que su presentación fue un tanto desafortunada, en proyecciones especiales que tenían lugar algunos fines de semana en el teatro del museo de barrio. Parece que fueran dos trabajos incómodos a los que los curadores no les encontraron lugar dentro de las salas.
El mérito de Las memorias de Salmo Trutta no se ve afectado por su presentación, es un video corto de animación meticulosamente ejecutado, cuadro por cuadro, de figuras de plastilina en la que Trutta, un entrañable personaje de edad mayor con rasgos raros y movimientos lentos nos hace un recorrido onírico a través de recuerdos vivenciales en un ambiente fantástico.
Por otra parte, Dos Maÿas es un video que combina música, teatro y danza que intenta contar una historia ilegible de no ser por la ficha técnica. Con una edición que pretende ser dinámica, original e intensa (supongo) el video quiere contar la historia de amor entre dos mujeres y hablar sobre el nacimiento de un amor y el dolor del término de éste. Siendo la música el principal componente -convirtiéndose en elemento predominante-, y con una serie de tomas confusas, el video no llega a ser ni una documentación de danza, ni un video musical, ni una pieza de video arte sino un híbrido inconcluso poco interesante.
Dentro de la exposición en las salas, resulta acertada la selección de Alejandro Almanza (México, 1977), artista que residió por corto pero fructífero tiempo en Nueva York. Lo que no fue acertado fue el montaje de las piezas. La primera es un ladrillo cuyas cavidades son atravesadas por un ramillete de bombillas encendidas que lo sostienen a la altura de la vista, dándole un aspecto de candelabro. Un candelabro que pone en riesgo al espectador ya que detrás del trabajo de Almanza hay sólo cálculo empírico, nadie nos asegura que esos cables y bombillas soportan el ladrillo por los seis meses que dura la exposición. Desafortunadamente, la pieza se exhibe cercada, impidiendo su completa apreciación, eliminando la cuestión de riesgo que es clave dentro del trabajo de Almanza y anulando su contundencia. La cerca convierte la pieza en inaccesible, algo que la obra no persigue, precisamente por eso la utilización de objetos de construcción y de uso cotidiano. Se trata que la gente interactúe con la pieza y que la aprecie desde diferentes ángulos. La de Alejandro Almanza es el tipo de obra que debe ser montada de acuerdo a las instrucciones del artista.
La segunda pieza de Almanza, un cubo de concreto levantado del suelo por bombillas encendidas, se exhibe encima de un pedestal, cuando debería estar en el piso directo. El mismo problema sucedió con Analía Segal (Rosario, Argentina), cuya alfombra compuesta por módulos cuadrados con sutiles esquinas protuberantes está hecha para usarse y que la gente experimente caminar por esta superficie irregular y no únicamente la observe desde el otro lado de la valla.
De la serie Pain is Universal but so is Hope: White, Liset Castillo (Camagüey, 1974) nos presenta la fotografía de una escultura hecha de arena en la que conviven construcciones características de ciudades en el mundo, algunas a medio construir, otras destruidas, siempre con la constante del desmoronamiento, una palabra que describe a un país como Cuba pero aplicable a la situación actual mundial.
La verdadera historia de los superhéroes es una serie fotográfica de Dulce Pinzón (Ciudad de México, 1974) compuesta por retratos de inmigrantes mexicanos en sus lugares de trabajo y vestidos con trajes de superhéroes de acuerdo a su oficio. Así, tenemos a un Hulk de Guerrero, México, que trabaja de cargador en un mini super de Brooklyn, o a una Mujer Maravilla poblana que trabaja en una lavandería en Williamsburg. E. Carmen Ramos, curadora de la exposición define muy bien esta serie cuando menciona que Pinzón "trae a la luz las vidas silenciosas"(3) de estos trabajadores que en buena medida sostienen la economía de este país. La ficha técnica nos indica la cantidad que estos trabajadores envían periódicamente a sus familias en México, cuantías que hacen que las remesas sean el ingreso número uno de México, seguido por el petróleo. Al descontextualizar al cargador, el cocinero, la nana, el mesero, y todos estos oficios que generalmente pasan desapercibidos, Pinzón pone el dedo en la llaga y llama la atención de muchos sectores para recordarnos que ahí están los mexicanos expulsados de su país que no les pudo ofrecer un empleo digno.
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