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Prácticas Curatoriales
Diseño curatorial en la poética y política de la etnografía actual. Parte 2
Tarek Elhaik and George E. Marcus




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Elhaik continuación:

Debroise marcó el comienzo de una ruptura radical con el tropo del mexicanismo y la práctica curatorial redefinida en el México de los 90, al hacer un llamamiento tanto por el método sensorial como el conceptual para poder ‘cantar el canto del cisneí de la alianza extraña que constituyó la estética nacionalista del México post-revolucionaria: la alianza entre la vanguardia mexicana, la intelectualidad nacionalista y la antropología nacionalista/indigenista de Manuel Gamio de los años 20. Hacer el re-montaje de ¡Qué viva México! a fines de los 90 fue una acción inteligente y oportuna. La película de Eisenstein no solamente se había basado en la iconografía de Gamio y en su uso político de la antropología como una herramienta de ingeniería social sino que también había contribuido a establecer la estética nacionalista que tendrá una vocación duradera en el cine y en las artes visuales de México (la usual iconografía de estilo sublime representando paisajes acentuados por volcanes, magueyes, indios, un Tehuantepec tropical y erotizado, etc.).

La metodología de Debroise me resultaba también interesante por su afinidad con las instalaciones de arte contemporáneo en un sitio específico. Fue a Tetlapayac, la hacienda en la que Eisenstein filmó ¡Qué viva México! en 1931-32 para investigar el episodio mexicano del director. El resultado fue la fascinante película experimental y proyecto de arte, Un banquete en Tetlapayac, en el que artistas contemporáneos y académicos, incluyendo el historiador del arte Serge Guibault, el curador Cuauhtémoc Medina, la artista conceptual Andrea Fraser y otras figuras contemporáneas claves, representan a los personajes históricos principales involucrados en el proyecto de ¡Qué viva México! Durante la implementación del proyecto de Debroise, Tetlapayac, la hacienda que dio origen a una estética de cine nacionalista, se convirtió en el foco de una intervención específica de sitio. El proyecto de Debroise marca un hito porque 1) es una reflexión sobre la modernidad y la vanguardia mexicana, su articulación con la sensibilidad modernista y cosmopolita y la antropología mexicana de los años 20; 2) es una reflexión sobre la figura más grande del montaje cinematográfico; 3) es un montaje del México contemporáneo (la condición post-mexicana de Bartra) con el México nacionalista de los años 20 y 30, por lo tanto es un montaje del pasado, presente y de un futuro que se está haciendo; y finalmente 4) es un montaje entre las técnicas del cine documental experimental y los procedimientos de instalación, arte de performance, estética relacional y obra de un sitio específico.

El resultado de mi trabajo como curador fue el programa de cine Soy México (9) que ha estado de gira durante dos años, por el Cinema Rice, el Instituto de Diseños de Roma, la Cinematheque de Tánger. Está diseñado como una yuxtaposición de la película de Debroise con los trabajos de otros cineastas/curadores que realizaron intervenciones en sitios específicos más o menos similares, como por ejemplo la obra experimental Magnavoz de Jesse Lerner. En 2005, Lerner se abocó a transformar el ensayo "Magnavoz" (1926) del poeta estridentista Xavier Icaza en una película experimental imaginaria. El Estridentismo, inspirado en el Dadaísmo, fue un grupo de vanguardia de los años 20 y 30 en México, conocido por la exaltación, no de la iconografía rural-indigenista de ¡Qué viva México! de Eisenstein, sino por la tecnología, la radio y otros medios de comunicación. A diferencia de Eisenstein, los estridentistas estaban interesados en una modernidad saturada con lo que el historiador de medios F. Kittler refiere como "fonógrafos, radios y máquinas de escribir". Como en Un banquete en Tetlapayac de Debroise, Lerner también invitó a cineastas de la corriente experimental, artistas visuales e historiadores del arte a representar conexiones similares entre la vanguardia histórica y la escena de arte visual contemporáneo internacional, incluyendo al director de teatro experimental Juan José Gurrola, quien narró el poema de Icaza, donde figura extensamente el muralista mexicano Diego Rivera, interpretado por el historiador del arte Cuauhtémoc Medina. Magnavoz adapta con elegancia el ensayo estridentista de Icaza al futuro de México. En el texto de 1926 de Icaza se fusionan la poesía con la polémica en un intento por abrir un espacio para otra forma de mediación de la modernidad mexicana.

El punto de partida de mi experimento con la forma, el libro-instalación surgido a partir de mi trabajo Remains of México, consistió en orientar mi enfoque como curador hacia demostraciones de sitios específicos. Lo etnográfico del trabajo curatorial requiere un sentido de atención agudizado ante los montajes que uno encuentra durante el trabajo de campo. Esto transforma la etnografía en la escena/proceso de encuentro con montajes que al final exceden la dimensión transcultural del modernismo cosmopolita. Pero este esbozo de la práctica de curador es solo el primer paso hacia la ecología de un libro-instalación. Mi trabajo curatorial es un montaje de prácticas de montaje y de una forma de historia de los medios de comunicación. Es un montaje de lo cultural-tecnológico y del imaginario etnográfico-surrealista de la vanguardia histórica de México. La yuxtaposición de los trabajos experimentales de Lerner y Debroise es un montaje estratégico que subraya el cambio de las imágenes cinematográficas contemporáneo en México desde las rupturas post-revolucionarias de las décadas del 20 y 30 hasta las secesiones de las artes visuales contemporáneas. Mi objetivo es hacer un trabajo curatorial del presente y el futuro del modernismo contemporáneo en el contexto de la ‘condición post-mexicanaí y su despojo de las representaciones figurativas nacionalistas de la modernidad mexicana. Convoco a curadores, artistas visuales, historiadores que utilizan estrategias de arte contemporáneo. El "Libro-instalación" es una yuxtaposición de estas demostraciones historiográficas, intersecciones entre cine de vanguardia y arte contemporáneo y relecturas de modernismos cosmopolitas. El trabajo curatorial es lo que permite, simultáneamente, la etnografía del libro-instalación y re-hacer el imaginario modernista y cosmopolita.

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