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Prácticas Curatoriales
Curarequito
Vincent Honoré




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La exposición

El proceso de exposición de curarequito exigió que los artistas y curadores produjeran las obras in situ; los curadores no obtuvieron obras anteriores ni encargaron a los artistas la producción de nuevas obras de la manera acostumbrada, pues los objetos no existían antes de la instalación. Este proceso dio lugar a la urgente pregunta: ¿qué es una exposición? Nuestra experiencia, informada por lecturas de Maurice Blanchot, Georges Bataille y Jean-Luc Nancy (todas las citas en este ensayo corresponden a Jean-Luc Nancy), nos aportó algunas respuestas a la peculiar situación que es una exposición: una ofrenda para la vista, una oportunidad de cambio, una posibilidad de comunidad. La revelación de un espacio paradójico. Estos principios guiaron nuestra práctica como curadores-artistas-espectadores.

"La presencia es en sí misma una disposición, el espaciamiento de singularidades". Desde luego, las expresiones artísticas difieren en los materiales, conceptos e intenciones. Sin embargo, para lograr la máxima libertad de expresión y estimular las diferencias, la exposición se organizó alrededor de un motivo y no de un tema, porque el tema habría limitado a los artistas a ajustar sus obras según categorías ya decididas. Un motivo es más flexible que un tema. Un tema se expresa por medio de la exposición e ilustración; es una singularidad que niega la pluralidad. Las obras se vinculan con el tema como ilustraciones o ejemplos de ese tema. Pero, un motivo funciona de manera distinta mediante la presentación: las obras son presencias que forman vínculos fuertes y débiles entre sí, contrastando, reflejando, reverberando y contradiciendo. De esta manera, un motivo queda abierto a la pluralidad de la comunidad, e incluye posiciones de alteridad. Un tema tiende a nivelar e incluso borrar la diferencia y a privilegiar una similitud de propósito, que rige la recepción de las obras. Por ejemplo, una exposición cuyo tema sea "retratos" junta retratos y nada más que retratos. La posición intelectual del espectador se restringe al reconocimiento de un tema totalmente nivelador. Se crea un marco estrecho y conceptual para la comprensión de las obras, parecido al mecanismo fijo del significado de las producciones en serie, en contraposición con lo cual Deleuze propuso la idea de la creación rizómica. Para continuar con este ejemplo, una exposición con un motivo tal como "figuras" favorecería una pluralidad de expresiones y la abstracción de significados múltiples, un enfoque connotativo más que denotativo.

Por estas razones, decidimos trabajar con lo "espectral" y no con "el fantasma" como nuestra idea organizadora; lo espectral comprendido como una propuesta de múltiples maneras de aprehender una obra de arte al mismo tiempo; una presencia ausente, que es simultáneamente la presencia de su ausencia; un plegamiento temporal del pasado dentro del presente, una construcción cultural, una imagen retiniana obsesiva, una fantasía, un rumor...

Hacer arte

Las obras de arte rehuyen cualquier definición excepto la de ser una presencia inevitable, que ofrece pero elude toda posibilidad de la comunidad por su inmanencia y trascendencia. En este drama se basan las actividades artísticas y curatoriales. La obra de arte es lo que es. La obra de arte se define primeramente por su ser. "La esencia del Ser es el choque del instante. Cada vez. "Ser" es siempre un instante del Ser (un correazo, golpe, golpiza, choque, porrazo, un encuentro, un acceso). Como resultado, siempre es también un momento "con": los singulares singularmente juntos, donde el juntamiento no es ni la suma, ni la incorporación, ni la "comunidad". La obra de arte tiende a fundirse en lo colectivo, pero permanece centrada es su propia alteridad. Yo no puedo poseer una obra de arte, sólo puedo sentirme habitado, poseído, por una obra de arte. Por eso, la comprensión de una obra de arte es un movimiento incierto que siempre nos lleva hacia la ruptura. "Nunca deja de ser una intrusión, es decir, siempre es sin el derecho de estar ahí; nunca se vuelve familiar, uno nunca se acostumbra a aquello. Al contrario, siempre es una perturbación, una discordancia en medio de la intimidad. Esto es lo que debe pensarse y, por tanto, practicarse. Si no es así, la extrañeza del extraño se reabsorbe antes de haber traspasado el umbral". La tarea del curador es la de crear un equilibrio rítmico entre estas alteridades, las obras de arte, en la espectacular extrañeza que es una exposición.

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