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Arte y Teorí­a
Arte de conducta: Proyecto pedagógico desde lo artístico Primera parte
Magaly Espinosa




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En el año 2002 la artista Tania Bruguera convocaba a los interesados a ingresar en la “Cátedra Arte de Conducta” que sería un programa de estudios de performance y arte del tiempo, acogido por el Instituto Superior de Arte de La Habana, comenzando el primer taller en el 2003.

Hasta el presente se han realizado 4 convocatorias y 3 graduaciones, pero lo más interesante que ha generado su experiencia es como ha devenido de proyecto pedagógico en un espacio artístico (1) el más activo y experimental de los que existen actualmente en el país.

¿Era este su propósito inicial? o simplemente servir de cobertura a una actitud hacia el arte que tenía sus raíces en la tradición de acercar el arte a la vida, propia de la vanguardia histórica, enfrentando desde otra perspectiva esas intenciones.

Hay algunos detalles de este proyecto que sería pertinente conocer, antes de penetrar en el campo de los juicios valorativos y las interrogantes que han despertado sus resultados.

Según se expresa en su programa, el curso consta de dos años, dividido en 4 semestres, con un total de 680 horas de clases. La convocatoria se lanza en el mes de octubre, realizándose el examen en el mes de diciembre.

La elección del alumnado está a cargo de un Comité Internacional de Selección compuesto por artistas, críticos e historiadores del arte cubanos y extranjeros. El mismo consiste en una prueba de aptitud dividida en: Presentación de una carpeta de trabajo cuyo contenido pueden ser fotos, vídeos, bocetos, etc. Muestra de una obra en vivo. Examen teórico y de cultura general, y por último una entrevista. En total se dispone de alrededor de 1 hora.

A la convocatoria pueden asistir todas las personas interesadas, sin límite de edad. En el caso de los egresados o estudiantes del Instituto Superior de Arte son aceptadas las solicitudes de sus diferentes facultades, siendo viable también el que puedan aspirar graduados y estudiantes de Historia del Arte o de otra especialidad de la Facultad de Artes y Letras, así como cualquier persona que demuestre tener aptitudes artísticas.

Al finalizar los dos años de estudios, a los graduados universitarios se les entrega un diploma con título de postgrado en Arte de Conducta, y a los que no cumplan con este requisito, se les entrega diploma con título de curso de extensión universitaria en Arte de Conducta.

En cuanto al trabajo docente de la Cátedra está formado por 5 áreas: 1-El programa de estudios. 2- Invitación a reconocidos artistas nacionales e internacionales para que expongan su obra y compartan sus experiencias con los alumnos. 3-Intercambio académico con escuelas internacionales de arte. 4-Realización de exposiciones en las que se resuma el trabajo docente. 5- La creación de un archivo especializado.

El haber conjugado cada una de estas partes en la enseñanza de un grupo de alumnos de formación tan desigual, ha sido un factor decisivo para alcanzar la comunicación y la empatía que este tipo de instrucción necesita, teniendo en cuenta que en su selección no es un requisito determinante poseer estudios anteriores de arte o instrucción superior, sino la calidad imaginativa del proyecto presentado a examen, sus posibilidades de salir del marco tradicional de lo artístico al penetrar otras esferas de la cultura y la vida contemporánea, desde una sensibilidad y postura reflexiva que haga posible al aspirante vencer la rapidez y agilidad con la que funcionan las clases y el marco referencial multidisciplinario del programa de estudios.

Para los que hemos tenido la suerte de compartir este proyecto, basado en el carácter multidisciplinario y abierto del programa de estudios, algunos de los factores que más han ayudado a compensar las disimilitudes de formación y experiencia de sus participantes han sido, el interés, la seriedad y la constancia presentadas por los mismos, favoreciendo el hecho de que en su mayoría son artistas que cursan otros estudios medios o superiores. El verdadero desafío consiste en acercar a los alumnos a la situación cambiante del arte y la cultura contemporánea, en la búsqueda de funciones no priorizadas por el arte, convertidas en centro de atención de su labor creativa: la función documental y la utilitaria, entre otras.

Es sabido que en el presente, el arte va más allá de los referentes de su línea evolutiva, que esa perdida evidencia de la que nos habla Adorno, ha hecho cada día más difícil discernir sus fronteras y parámetros, en medio de una “sociedad del espectáculo y del conocimiento” transgresora de las “diferencias culturales”. Sin embargo, los retos que enfrenta la creación visual en la actualidad, cuando se trata de sociedades periféricas que circunvuelan el escenario internacional del arte, tienen una orientación distinta, aún cuando ese escenario influye sobre los destinos de la producción y la creación de ese diverso mundo cultural.

Quizás por esto, Tania Bruguera se refiere al proyecto como un espacio que se interesa por otra forma de práctica  creativa, al ir más allá de los sentidos acostumbrados con los que se identifica lo artístico, convirtiendo lo discursivo en un procedimiento cultural.

Comprender cómo se ha ido cumpliendo con este propósito es el interés principal de este texto, pues no se trata solo de alcanzar determinada instrucción, sino también de actuar sobre el mundo espiritual de cada uno de sus participantes, sobre sus inquietudes e intereses, adentrándose en aquellas estrategias que los posesionan frente al medio como activadores sociales. Por esa vía nos encontramos ante la figura de un creador que sostiene su labor en procesos culturales a partir de los gestos que lo convierten en un incitador de la vida social.

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