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Arte y Teorí­a
Poner el cuerpo. Formas del activismo artístico en América. Años 80
Sharon Lerner




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Poner el cuerpo. Formas del activismo artístico en América. Años 80
Cuarto Encuentro de la Red de Conceptualismos del Sur. Lima, 24-27 de julio, 2011

Entre el 24 y el 27 de julio de 2011 se realizó el 4to Encuentro de la Red de Conceptualismos del Sur (RCS), en el local del Centro Cultural de España de Lima. Formada en 2007 como una plataforma colectiva de pensamiento y toma de posición, la RCS agrupa hoy a más de 25 investigadores e investigadoras de la región. El presente evento se realizó con el fin de compartir públicamente parte de sus investigaciones en curso.(1)

El eje articulador del encuentro fue un conjunto de experiencias artísticas latinoamericanas de la década de 1980, caracterizadas por promover el desarrollo de estrategias para lidiar críticamente con contextos de represión política. Las experiencias eran abordadas como casos de estudio, entre los que se buscaba analizar cruces, fricciones, y formas de contagio, con miras a activar formas de acción política que desde la praxis creativa ofreciesen alternativas a problemas actuales. En el contexto de cada una de estas presentaciones, el nombre del seminario acepta acepciones diversas: el 'cuerpo' visto como cuerpo político, como corporeidad sexuada y beligerante, o, también quizás, como huella. Con todo, se trata de una imagen metafórica que encarna la voluntad de la RCS de valorar el modo en que dichos agentes salieron al frente para responder a situaciones sociales límite. Según la argentina Ana Longoni, una reevaluación de esta década en la región es importante si por ejemplo contrastamos esta praxis artística con el regreso a una preocupación formalista y apolítica en los Estados Unidos. Desde este punto de vista, el Sur se caracterizaría por proponer alternativas productivas para la generación de una agencia política desde lo estético.

No obstante, como se remarcó en varias de las presentaciones, la RCS no pretende hacer una lectura homogeneizadora de dichas experiencias.(2) Por el contrario, lo que se quiere es rescatar, desde su diferencia específica, tácticas creativas articuladas como respuesta a distintas urgencias sociales. Ahora bien, abordar a detalle el análisis de la totalidad de temas y casos esbozados durante las sesiones sería un despropósito en el limitado espacio de una reseña. Propongo dos cosas. En primer lugar, un breve recuento del arco de intereses explorados en las cuatro mesas: (i) los actores callejeros, (ii) la toma de espacios, (iii) las formas artísticas post-identitarias, y (iv) la transformación de la red arte correo en los 80. En segundo lugar, haré una breve evaluación del desarrollo y la pertinencia de esta actividad pública de la RCS en el contexto limeño.

Cuatro mesas

(i) “Desafiar el terror: Activismos artísticos y prácticas creativas vinculadas al movimiento de derechos humanos” fue la primera mesa, la que aglutinó presentaciones que exploran cruces directos entre arte y política. La experiencia del Siluetazoargentino fue el caso emblemático que abrió el simposio, con un corto realizado por Marcelo Expósito. El video "El Siluetazo: la política del acontecimiento" (2011) explora uno de los recursos de visibilización y estructuración de la protesta en el espacio público más efectivos en la historia de Argentina. Concebida originalmente por artistas y adoptada por las Madres de Plaza de Mayo, la producción de siluetas se volvió un recurso codificado de representación de los desaparecidos en dictadura. Las siluetas a escala natural,(3) tomaron calles y plazas constituyendo uno de los ejemplos más sobrecogedores de socialización participativa. Su producción empezó el 21 de septiembre de 1983 durante la III Marcha de la Resistencia organizada por las Madres de Plaza de Mayo y junto al reclamo por una “aparición con vida” adquirió rápidamente una difusión viral. En el video de Expósito se signa la efectividad del proceso vinculándolo a su económica facturación con bovinas de papel que facilitó una producción en línea y de carácter seriado, la cual favorecería una espontánea metodología de organización y socialización.

Jaime Vindel exploró la noción de "activismo artístico", un término provisional utilizado por la RCS para consignar las distintas experiencias estudiadas. Para ello esbozó un marco semántico para su definición(4) y mapeó distintas experiencias heterogéneas, en muchos casos anacrónicas, que tuvieron lugar en distintas partes de la región y que constituyeron formas creativas de movilización en contextos de dictadura. Una de las aproximaciones ensayadas por Vindel es la de una diferenciación entre lo que comúnmente se entiende por activismo artístico—su identificación con la construcción de modos de producción de imágenes, símbolos y textos que anteponen la acción social a la interacción con la institución artística—con un activismo que aparece en los 80 y que escapándose del simple binomio activismo/institución, funcionaría en una dinámica relacional e intersubjetiva, priorizando la inmediatez y aboliendo la distancia contemplativa. En suma, un activismo que escapa la discusión por la institucionalidad, buscando mecanismos de subjetivación alternativos en sociedades donde los lazos afectivos se encuentran dañados.

En otra presentación se exploró las acciones de los reporteros gráficos durante la dictadura de Videla. La argentina Cora Garmanik abordó el caso identificando etapas y modalidades en el desarrollo del fotorreportaje entre 1976 y 1983. Inicialmente, cuando la dictadura se esgrime como productora cultural en complicidad con los medios masivos de comunicación (1976-81), los fotorreporteros desarrollan estrategias veladas de denuncia en la documentación gráfica que entregan para su publicación a la prensa complaciente. En una segunda etapa, hacia fines de 1982, cuando el brazo de la censura ha alcanzado ya dichas imágenes, las acciones de los fotorreporteros pasan a una forma de confrontación más directa, que culminaría en la protesta “Cámaras Caídas”. De este modo Garmanik rescata formas de resistencia desde el uso de la imagen y la documentación que no provienen necesariamente de la esfera de la institucionalidad artística y alcanzan una suerte de masa crítica.

(ii) La mesa “Delincuencias visuales; marginalidades creativas; la fiesta y la ocupación como nueva política” se centró en instancias de respuesta política no tradicional, no alineadas con la militancia de izquierda y más bien signadas por cierto espíritu de marginalidad. Así, la sensibilidad subte, la "fiesta" y la "reunión" se afirman como un locus para una forma alternativa de resistencia política.

En este marco, el investigador Miguel López ofreció una de las dos presentaciones que abordaban el caso peruano (la otra estuvo a cargo de Emilio Tarazona, quien ofreció algunas reflexiones en la tercera mesa respecto al accionar del Grupo Chaclacayo, y su proyecto Todesbilder. Imágenes de Muerte). López se centró en un análisis detallado de la operación de montaje en una sola imagen: una pieza gráfica producida por el taller N.N. en Perú en 1989; y utilizada como flyer para un concierto de las bandas punk Kaos, Sepulcro y G?3 en Lima. Como base del afiche, N.N. se apropió de una imagen periodística del levantamiento de cadáveres en una fosa común de la 'matanza de Pucayacu' (1984), en la provincia de Ayacucho. La fotografía constituyó uno de los muchos testimonios de violaciones de derechos humanos y matanzas extrajudiciales acaecidas en el Perú, en su mayoría contra campesinos indígenas, durante las dos décadas de conflicto armado interno.

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