David Gutiérrez: ¿Tú crees que la finalidad, que poner como finalidad la recuperación de la memoria de manera explícita, lo que hace es limitar la posibilidad de experiencia?
Rolf Abderhalden: Si, creo que sí. Yo creo que incluso dentro del trabajo que se hizo en Usaquén hubieron muchas acciones que se hicieron de manera un poco voluntarista, inscribir la experiencia en cierto tipo de problema, y creo que ese fracaso fue una de las lecciones que nos dejo el trabajo. Para hacerlo en el Cartucho, Barrio las Nieves, estuvimos muy atentos a no buscar de manera tan voluntariosa o afanada cierto tipo de historia, más bien que los dispositivos que pudiéramos poner en marcha suscitaran cosas inesperadas, y a veces, iban en la dirección de lo que nosotros podíamos trabajar.
DG: ¿Tú crees que el gestor, artista, intelectual, etnógrafo, antropólogo, el que está en el lugar con la voluntad explícita de recuperar la memoria, lo que está haciendo es limitar la posibilidad, de que esta se diluya en diferentes experiencias que él no ha considerado?
RA: De pronto cuando lo hace como intención no, pero en su metodología eso si es fatal. Es decir, tu puedes tener esa intención, como una declaración de intenciones tu preocupación es recuperar la memoria, pero ¿cómo lo vas a hacer? Ah! voy a hacer esto para conseguir esto, ahí es donde me parece pones en marcha una metodología y la instrumentalizas. Es ahí donde justamente nosotros diferimos totalmente con los investigadores sociales, en la metodología, porque en los principios todos estábamos de acuerdo. Pero en el momento de la acción, en donde ya nos metemos con la experiencia, vemos que la forma con la que tú te acercas a la experiencia es totalmente extraña y diferente. El investigador esta buscando algo que yo, artista, lo tengo presente pero no lo estoy buscando, no quiero que me diga es esto, que lo circunscriba.
DG: La no-finalidad ¿tiene una manera de ser consecuente con los otros dos principios que hemos expuesto?
RA: Claro, porque ¿qué quieres tú?, ¿rehabilitar?, yo rescato la no-finalidad de manera enfática, para oponerme a ciertos parámetros, a ciertos— ¿cómo habías dicho tu ahora?
DG: ¿Términos de referencia?
RA: Si, términos de referencia. No buscamos re-habilitar, re-educar, re-socializar, incluir—.toda esta terminología que usa el trabajo social.
DG: Trabajo social— ¿por qué?
RA: Porque existe un vocabulario científico de todas las políticas, que son muy necesarias y oportunas en ciertos ámbitos y contextos, pero que cuando el arte ingresa es diferente.
DG: Tú haces una diferencia. El artista tiene una discusión sobre lo social pero no puede trabajar como un trabajador social—
RA: Yo no soy un trabajador social. Me niego a ser un trabajador social. No me identifico para nada con esos sistemas de trabajo y modos de pensamiento, y justamente dentro de todo este perfil, la finalidad es fundamental. Me parece que en eso es clave que el artista no tenga finalidad, porque, por una parte, contribuye a los otros dos puntos que tú mencionas: a desinstrumentalizar la práctica y fortalecer la experiencia. A no instrumentalizar la experiencia, a mantener el carácter experimental de la comunidad y de su existencia efímera, y también a no especular políticamente con la gente con la que estás trabajando: como prometerles una especie de redención social. Me parece que todo eso no le corresponde al artista, en todo caso, no al artista que yo me imagino, al artista que yo quiero ser. A mí no me interesa rehabilitar a nadie, no me interesa trabajar con parámetros morales del trabajo social. Con la gente del Cartucho, el problema a veces se daba con la gente del Departamento Administrativo de Bienestar Social. Ellos decían: pero es que hay que reeducarlos, hay que sacarlos de la droga. Pues sí, eso es importante, pero al mismo tiempo ese no es mi problema, yo no quiero que se encamine toda mi relación a eso.
DG: Me parece que la posición del artista en el escenario de las circunstancias sociales, sería tener una duda del impacto. Una duda de lo que hace, porque en la medida que lo duda, lo busca todo y tal vez no encuentre nada, pero al no encontrar nada, está generando algo, que tal vez no es suyo. Y eso es importante.
RA: Puede ser. Por eso es bueno la no-finalidad, porque te pone en el terreno de la incertidumbre, de ¿para donde voy?, y esto ¿para qué sirve?, ¿qué sentido tiene?, ¿ahora qué hago? Siempre es mejor la pregunta, pero teniéndola clara. Yo creo, ese es el lugar del artista. Ahora, lo que es interesante es que en Usaquén concluimos, gracias a todo lo que paso, que el mito era esencial, que el mito era una cosa importantísima, que el mito fundacional nunca mencionado en ninguna de estas experiencias, era absolutamente clave. Era clave desde muchas perspectivas, y que tal vez podría ser muy interesante imaginar un proceso en donde el mito fundacional, o el trabajo con el mito, formaba parte de la metodología de trabajo. O sea que imagináramos que podíamos construir una metodología acudiendo a los mitos, por ello en el Cartucho trabajamos con el relato de Prometeo.
—!o!...
Esta entrevista se realizo el día 5 de noviembre de 2008 en horas de la noche.
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